Percibimos un ambiente pueblerino donde la mayoría de los vecinos se conocen y se dan tiempo para hacer un alto en plena calle para una charla informal.
El área céntrica de Los Antiguos puede conocerse en poco tiempo, ya que todo está cerca y al alcance. En conexión constante con la naturaleza, sus habitantes han aprendido a valorar la tranquilidad y el contacto con sus vecinos.
Salimos a reconocer la avenida 11 de Julio, en la que se encuentra la mayoría de los comercios gastronómicos y los edificios públicos. Encontramos la feria artesanal y nos detuvimos a comprar algunos souvenirs hechos con madera, cerámica y tejidos.
Muy cerca del edificio municipal ubicamos el mirador Uendeunk y el monumento al indio tehuelche. No dudamos en trepar hasta la parte alta, desde donde nos impactó la vista abarcadora que permite ver la edificación baja con techo a dos aguas propia de la zona y los mil verdes de los jardines, los árboles de las calles y de las chacras.
La costanera es relativamente nueva y fue diseñada con amplias veredas, faroles muy coquetos y una sucesión de bancos que miran hacia el lago. Mientras descansamos en uno de ellos, tuvimos una visión amplia de todo el entorno y, en especial, de ese hermoso paseo de relajación.
Desde el muelle extenso en la orilla del lago partían dos embarcaciones con pescadores para probar suerte con el pique. Tanto el espejo lacustre como las aguas del río Los Antiguos forman parte de la geografía urbana y son excelentes para la pesca con mosca.
Siguiendo con nuestra caminata, encontramos la terminal de ómnibus de estilo moderno; también pasamos frente una plaza de juegos infantiles muy atractiva y varios murales realizados por artistas locales.
En algunos puntos nos topamos con elementos de un pasado no tan lejano. Para dar un ejemplo, en los jardines de uno de los hoteles reposa una vieja carreta de madera con ruedas enormes. Vaya uno a saber cuánto habrá caminado por polvorientos caminos de la zona y qué llevaría en su interior.
Llegamos a la intersección del río Los Antiguos con el lago Buenos Aires. En ese punto conocimos el Parque Municipal, que es una reserva ecológica que se ocupa de la protección de especies de flora y fauna de la región. Es común ver garzas, patos, chorlos, cisnes de cuello negro, etc. También es el ámbito donde se reproducen algunas especies de peces, ya que las aguas son templadas y tranquilas.
En este pueblo de trazado prolijo, con algunas calles asfaltadas y otras no, se aprecia el contacto con la naturaleza y un estilo de vida distendido y amable.