Dulces, conservas y frutas finas se cultivan de una manera artesanal con el sello de quienes han dedicado años a los sembrados y a preparar las recetas tradicionales patagónicas.
Algunas chacras de Los Antiguos abren sus puertas para que tomemos contacto con sus cuidados sembrados, con la paz del campo y la forma de vida de sus propietarios. Ellos guían el recorrido y reviven las historias de este pueblo de frontera que renació de las cenizas.
Los emprendimientos familiares están dirigidos al cultivo de la fruta fina y las exquisiteces que luego, con distintas técnicas e infraestructura, dan lugar a la elaboración de dulces, licores y conservas que distinguen a la región.
El año 1991 quedará en el recuerdo por la erupción del volcán chileno Hudson, cuya lluvia de cenizas tapó el área aledaña al lago Buenos Aires y los pueblos de Los Antiguos y Perito Moreno del lado argentino. Más de un metro de ese material volátil hizo que sus habitantes debieran ser evacuados, destruyó sembradíos y terminó con gran parte del ganado ovino que pastaba en sus campos.
Gracias a la voluntad de trabajo de esas familias chacareras, la adversidad quedó atrás y hoy Los Antiguos es la Capital Nacional de la Cereza. Durante el mes de enero de cada año, una gran fiesta las reúne para competir con sus mejores dulces.
Paraíso frutal
El ingreso a El Paraíso lo realizamos a través de una larga hilera de álamos que protegen los sembrados. Al llegar a la casa, nos recibieron algunos integrantes de la familia Mendieta, quienes nos invitaron a realizar una caminata.
Nos contaron que: “En 1951 en el establecimiento se sembraba alfalfa y algunos manzanos para consumo familiar. El cultivo de los cerezos para comercialización recién se inició en 1975. Cuando la alfalfa dejó de ser un buen negocio debido a la desertificación, la fruta fina pasó a ser el principal sostén de la chacra”.
En la actualidad, el área cultivada es enorme y las cerezas corazón de paloma, las manzanas, ciruelas, peras y damascos se suman a avellanas y verduras para hacer conservas. Mientras recorríamos el campo, supimos que llega hasta la frontera y que se accede a un mirador sobre el río Jeinimeni. Los meses de verano e inicios del otoño son los mejores para encontrar la chacra en su esplendor.
Myriam Mendieta estaba al frente de la fábrica de dulces que se realizan con recetas de su madre. Algunos han sido ganadores de premios nacionales e internacionales. Nos tentamos y compramos algunos dulces y conservas luego de observar el esmero con que estaban hechas.
Dulces Don Neno
Sin salir de la zona urbana, ingresamos a la chacra de la familia de Walter Treffinger. Heredero de las tierras de un anciano búlgaro apodado Neno, Walter continúa al frente de la finca junto a su señora Malu y sus hijas María Soledad y Camila.
Acostumbrados a las visitas, en seguida nos propusieron conocer las plantaciones donde crecen las variedades de frutillas colina, aroma y selva. También las verduras y los hongos tienen un lugar en la huerta de los Treffinger, con las cuales se elaboran escabeches y conservas de estación.
Fue Soledad quien nos contó: “Perdimos las ovejas por la erupción del Hudson, nos fuimos de Los Antiguos y regresamos en 1997 para apostar nuevamente a la producción de la chacra”.
En su hermosa casa de té del jardín, probamos sus deliciosas tartas, los licores caseros (el de almendras es imperdible), el dulce de tomates verdes con nueces y el dulce de leche casero. Entendimos el porqué de su fama indiscutida en la zona y prometimos regresar.
El microclima que hoy ofrece Los Antiguos ha dejado atrás la estepa, las cenizas volcánicas y le ha devuelto la confianza a sus habitantes con creces, gracias a su propio esfuerzo.