Cuatriciclo por las playas de Mar de Ajó

Algunas de las ciudades balnearias dispersas sobre la costa del Atlántico se encuentran unidas entre sí por distintas arterias comunes. Tal es el caso de Mar de Ajó y San Bernardo, las cuales se funden a través de la Avenida Costanera, despistando a los turistas que, si no prestan atención, no saben bien en qué balneario se encuentran.

Lo bueno de estos centros turísticos cercanos es que sus ofertas en cuanto a actividades son múltiples y variadas y pueden ser disfrutadas por quienes se acercan a un lugar u a otro, en escasos minutos.

Estando en Mar de Ajó, quise aprovechar esta cercanía y me dirigí a San Bernardo para realizar un paseo en cuatriciclo por los médanos del sector norte de la ciudad. Había escuchado que las dunas de esta región se presentan desafiantes y varían a cada día, por lo que no quise perder la oportunidad de experimentar un paseo por ellas en un four-trax.

Con el cielo despejado

Como es usual durante el verano, el día se presentó cálido y con un sol radiante. Pasé por la oficina de la Dirección de Turismo de San Bernardo para recabar información para nuestra base de datos y luego continué hacia la costa en busca del rental de cuatriciclos. Una leve brisa me recordó que estaba frente al océano, con sus concurridas olas y su característico aroma a agua salada.

Ubicado en una de las calles perpendiculares a la playa, encontré el local de Moto Beach. En su interior había cuatriciclos de distintas cilindradas, elegí el de 250 c.c.. Tenía experiencia en el tema, por lo que no habría ninguna dificultad en maniobrarlo. Cabe destacar que Moto Beach también posee cuatriciclos de 50 c.c., 80 c.c. y 200 c.c., ideales para ser alquilados por personas de distintas edades y experiencias.

Minutos antes de salir, llegaron al local otros turistas dispuestos a alquilar cuatriciclos para recorrer la costa de la ciudad. Hablé con ellos y acordamos que lo mejor sería salir todos juntos. Además de disfrutar de las extensas playas nos brindaríamos apoyo, lo cual me tranquilizó. Si se sale a recorrer los médanos, no se recomienda salir solo. Para mi suerte, ya había encontrado a un par de compañeros de aventura a los que les gustó la idea.


A gran velocidad

Salimos por una calle lateral y desembocamos directamente frente al Mar Argentino. Unas gaviotas cocineras que se encontraban sobre la arena húmeda levantaron vuelo apenas percibieron nuestra presencia. Con un vuelo audaz dejaron escapar sus típicos graznidos, parecían quejarse porque interrumpíamos su tranquilidad.

A gran velocidad salimos con dirección norte en búsqueda de los médanos soñados. Tras recorrer unos pocos kilómetros, pasamos frente a Costa Azul y, unos metros más adelante, frente a las playas de La Lucila. Doblamos bruscamente en un giro de 90º y nos internamos por un camino hacia un campo lindero en el que se dejaban entrever los picos de las dunas. Sin dudarlo, nos dirigimos a ellas para conquistarlas.

Los nuevos compañeros no tardaron en mostrar sus destrezas con los cuatriciclos. Los saltos, piruetas y arriesgados “ceros” se apoderaron de la escena. Parecía una competencia de moto cross cuando las moles de acero quedaban suspendidas en el vacío a toda velocidad. La adrenalina se multiplicó por todos los rincones del alejado sitio y, con ella, llegó la satisfacción. Habíamos llegado al lugar deseado. Me tomé un tiempo para fotografiar las diferentes maniobras y, luego de varias tomas, comenzamos a regresar por la misma playa a la ciudad.

Aún recuerdo la velocidad, el viento, el vértigo que sentí al recorrer esas dunas. Realmente, una experiencia inolvidable, ideal para hacer un alto en los típicos días de playa y disfrutar de la gran costa argentina de otra manera.