Río abajo del Limay se encuentra el embalse Pichi Picún Leufú, en medio de un entorno patagónico hermoso. Rodeado por rocas con apariencia irregular, se ha formado un lago de costas desiguales y una vegetación que crece cada día.
Fuimos en nuestro auto hasta el balneario Kumelkayen para pasar un día de verano y de paso conocer sus playas y las posibilidades que ofrecen. El primer impacto fue al notar como desde lo que era un páramo se logró un lugar verde, playas de arena y césped y zonas de sombra. Recorrimos la costanera con su pasto recién cortado y sus farolas de iluminación nocturna, que son una muestra de dicho trabajo.
Nos acercamos a la administración para recibir instrucciones para las actividades que queríamos desarrollar. Nos informaron acerca del sitio donde bajar nuestro kayak y las parrillas donde hacer un asado.
Mientras, notamos que gran cantidad de personas de todas las edades ya estaban instaladas con sus sombrillas de sol al borde del agua. Ubicamos nuestras canastas de picnic, la canoa y los elementos de seguridad adicionales.
Antes de almorzar, salimos a navegar un rato y compartimos el espejo de agua con otras embarcaciones de distinta índole. Una superficie sin vientos nos permitió sentir la serenidad del lugar; el agua traía el eco de los que charlaban con ánimo en la playa y del golpeteo de los remos.
Según lo conversado con un muchacho de la zona, el mayor atractivo es la pesca. “Aquí se dan las truchas y las percas, ya sea mosqueando o haciendo spinning o trolling”, nos dijo.
Descubrimos la presencia de un “guardavidas” ubicado en lo alto de un mirador techado, desde donde vigilaba las distintas actividades acuáticas.
El camping del Perilago tiene parcelas donde ubicar carpas, sectores de baños y duchas, y una coqueta confitería donde, a la noche, se reúnen los más jóvenes para disfrutar de la música y de una pizza con cerveza. Nos pareció ideal para pasar unos días de vacaciones.
También el vóley y el fútbol tienen sus espacios asignados. Es habitual que los muchachos del pueblo lleguen con sus motos o “cuatriciclos” a participar de un “picadito” entre amigos. Nosotros, luego de una siesta reparadora, volvimos a salir con nuestro kayak a dar otra vuelta.
El balneario y el camping con su tranquilidad, buenos servicios y un espacio agradable donde pasar un día en familia nos parecieron un oasis en medio de la Patagonia.