El adobe es simplemente un material, pero en Tinogasta pasó a ser parte fundamental de la vida de sus habitantes. Y pensar que durante siglos estuvo allí y recién hoy se lo ha incorporado al turismo.
En Tinogasta, sólo hay que hablar de la Ruta del Adobe para que en forma inmediata entiendan de qué estamos hablando o, mejor dicho, sepan qué es lo que queremos ver.
La Ruta, como la llaman los tinogasteños, es un trayecto de casi 50 kilómetros que atraviesa poblados y pueblitos de una antigüedad mayor a los 300 años y que el paso del tiempo parece haber abandonado a la vera de Dios. Desde viejas casas y construcciones a un sinnúmero de iglesias y edificios construidos con el mismo material y la misma técnica: el adobe.
Las iglesias de adobe son las construcciones que más llaman la atención del visitante. Sus cúpulas redondeadas, sus formas y líneas, sus arcos y sobre todo su color, marrón terracota, las hacen únicas.
¿Qué es el adobe?
El adobe (para quien no lo conoce) es uno de los materiales más nobles que tuvo el hombre desde su remoto pasado para construir sus viviendas. Es una mezcla de arcilla, pasto o paja, tierra y agua, tan simple pero tan duradera. Aunque siempre estuvo asociado a la pobreza o a lo precario, sus ventajas son múltiples. Las temperaturas exteriores, tanto bajas como elevadas, tardan en entrar más de 4 horas cuando las paredes son de adobe; hoy, una pared de cualquier vivienda moderna iguala en cuestión de minutos la temperatura interna con la exterior.
El adobe sirve para equilibrar la humedad, a lo que se suman otras ventajas, como su simple y rápida maniobrabilidad que permite crear formas arquitectónicas que no pueden lograrse con otros materiales.
Teniendo en cuenta el aspecto ecológico, el adobe no tiene impacto negativo para el medio ambiente, a diferencia de otros materiales que basan su existencia en la deforestación (la madera) o en la explotación minera (piedras y lajas). Es reciclable y, además, económico.
Iglesias, puestos, poblados
La Ruta del Adobe, podría decirse, comienza en la pequeña Tinogasta, más precisamente en el hostal de adobe Casa Grande, el cual se ubica sobre la calle Moreno al 800, a escasos metros de la plaza principal de la ciudad. Allí, las paredes de adobe de esta reciclada construcción comienzan a mostrar al visitante cómo este noble material, trabajado adecuadamente, puede ser utilizando para proporcionar belleza, lujo y comodidad al mismo tiempo.
Desde allí parten algunas de las excursiones que pretender unir los vestigios de este atractivo turístico que se encuentra diseminado por los alrededores de Tinogasta y por las pequeñas poblaciones que la rodean. Entre estas se destacan El Puesto, Santa Rosa, Anillaco, Saujil, Copacabana, Tatón, Londres, Belén y Fiambalá, además de muchos otros poblados que poseen una gran belleza y mística.
En todos ellos pueden observarse verdaderas bellezas labradas por las manos del hombre, entre las que sobresalen el oratorio de los Orquera, la iglesia Nuestra Señora de Andacollo, el poblado prehispánico de Batungasta, la iglesia de San Pedro y la comandancia de armas de Fiambalá. Todos ellos, además de haber sido construidos en adobe hace cientos de años, reflejan estilos arquitectónicos increíbles con fachadas, ornamentos y arcos que llaman la atención de quien los admira por primera vez.
Estas bellezas indescriptibles muy pronto pasarán a ser parte de uno de los atractivos de mayor importancia de la provincia de Catamarca, ya que a partir del adobe es posible llegar a entender la relación milenaria entre la tierra y el hombre, nada más ni nada menos.
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