La impactante imagen del lago Fagnano sobresale entre las montañas y la agreste meseta. Su vibrante azul se encrespa por el viento austral formando olas que rompen en la orilla.
Los enormes cristales de nuestra espléndida habitación de la hostería Kaiken evitaban que los vientos permanentes del lago Fagnano nos pegaran en la cara. Esa extensión interminable de agua ofrece en sus orillas un fuerte oleaje que hace que se asemeje a un gran mar de agua dulce.
“Khami” o “Agua Grande” llamaron los indios onas o selk'nam al lago. En la actualidad lleva el nombre de monseñor José Fagnano, uno de los primeros salesianos enviados por Juan Bosco a la Argentina y que ocupó el cargo de primer administrador apostólico de la región.
Su extensión es de unos 100 kilómetros, su mayor superficie se encuentra en territorio argentino y es compartido con Chile. Desagua en ese país en el estrecho de Magallanes, a través del río Azopardo.
Recorrimos embarcados el lago Fagnano en un día muy nublado y supimos de sus excelentes condiciones para la pesca deportiva. El paisaje contrasta con costas de características muy diferentes, escarpada una y plana la otra.
Los estudios geológicos explican un constante movimiento de las placas tectónicas sobre las cuales se apoya el lago. Parece ser que el extremo occidental es 50 centímetros más alto que el oriental, sin que ello signifique que desborde, como si el agua estuviera contenida en una gran batea inclinada.
Este hermoso lago de origen glaciario nos permitió descubrir un rincón maravilloso de la isla de Tierra del Fuego. En sus alrededores existen varios recorridos y actividades que permiten conocer en profundidad la esencia de su naturaleza y de la gente que decidió instalarse allí.
Para los deportistas de aventura, se abren infinitas posibilidades de trekking a partir de senderos que nacen en la costa del lago, para las cuales hay que tener experiencia. Hay que asesorarse y llevar la indumentaria adecuada antes de iniciar cualquier actividad de caminata, ya que existen tramos exigentes.
Conocimos el lago Fagnano y su hermosa hostería y, a pesar de sus 3.000 kilómetros de distancia de la capital de nuestro país, nos propusimos regresar e intentar un trekking por su naturaleza virgen y agreste.