Memorable Panadería La Unión

Antes de llegar al pueblo de Tolhuin, habíamos oído hablar de la panadería La Unión. Una vez en destino, fuimos al encuentro de ese tradicional punto de reunión de locales y visitantes. Al ingresar, nos asombró la gran cantidad de personas que disfrutaban de su cafecito mientras afuera, con fuerte viento patagónico, no se veían transeúntes.

La respuesta al primer momento de sorpresa estuvo en la buena onda que prevalecía en ese ámbito, el aroma de las facturas, el perfume de los chocolates y todas las mesas ocupadas por personas que reían, comentaban o simplemente revolvían su café.

Para los habitantes del pueblo es el lugar obligado para la charla, para enterarse de las novedades o simplemente para saborear las exquisiteces que la familia de Emilio Saez viene amasando desde hace más de 25 años.

Las paredes están tapizadas por recuerdos de personalidades del espectáculo nacional y personajes desconocidos que han visitado el local. Deseosos de compartir sus palabras con el resto de los parroquianos, han dejado sus fotos y frases afectuosas.

Ante la falta de una mesa desocupada, nos acercamos al mostrador y allí, pegaditos a las máquinas de café, esperamos turno para ser atendidos. A pesar del gran movimiento, pudimos charlar unos minutos con Emilio y nos enteramos de que empezó vendiendo pan casa por casa. Posteriormente, instaló la panadería junto al resto de su familia y luego agregó la cafetería.

La panadería La Unión es hoy una empresa que crece constantemente pero que no ha perdido el espíritu inicial a pesar de los miles de personas que pueden pasar por allí un fin de semana en su extendido horario.

“Es una locura.” Cuando el trabajo lo supera, Emilio sale a visitar las grandes jaulas con pájaros de distintas especies que se encuentran en el exterior del edificio. Tucanes, guacamayos y otros hermosos pájaros con sus gorjeos lo alejan por un rato del trajín.

Gran admirador de René Favaloro, Emilio ha dedicado un sector del local a rendir homenaje al gran médico cardiólogo argentino que con su sabiduría y hombría de bien fue un ejemplo en sus años de vida.

Le preguntamos el secreto de su éxito comercial y nos respondió: “Saber estar cerca de la gente, ofrecer buena onda... Qué se yo, debe ser eso”. Aprendimos entonces que además de los aromas de las facturas recién horneadas, la puerta de entrada nos acercaba a esa filosofía.