Nuestra dificultad para pronunciar las palabras galeses, marca registrada de este pueblo de montaña de Trevelín, no impidió que visitáramos el Museo Nant Fach, cuyo nombre significa “arroyo pequeño”, y que descubriéramos su rica tradición.
Salimos del pueblo hacia el museo y al llegar nos enteramos de que es una réplica de los antiguos molinos familiares y semi industriales que caracterizaron el fin de siglo XIX hasta casi mediados del siglo XX. Construidos con piedra en forma artesanal, molían granos de trigo para elaborar harina con técnicas muy antiguas.
Se homenajea nombres como los de Rhys Thomas y John Daniel Evans, precursores de esa industria, base de la alimentación del pueblo. La decadencia de los molinos se remonta al año 1949, cuando una ley nacional declaró Trevelin como zona no triguera y la ganadería pasó a ser fuente de ingresos de los descendientes galeses.
Además de las maquinarias agrícolas propias de la elaboración de la harina, el museo ha reunido carruajes de época, instrumentos musicales y utensilios hogareños de uso diario. Con su afán por el trabajo, los colonos lograron hacer de un páramo una tierra fértil y provechosa. Los galeses aprovecharon las aguas de vertiente para realizar canales de riego que aún hoy están en vigencia.