Plazas y avenidas amplias pobladas de vegetación espesa manifiestan la presencia de humedad proveniente de arroyos y ríos cercanos y ofrecen aire puro al trayecto urbano.
La ciudad de Villa Elisa puede ser recorrida en poco tiempo, tanto en auto como en una caminata distendida para admirar de cerca sus edificios antiguos, que conviven en armonía con los más recientes. Cuando fue trazada, se optó por una orientación preferente para que sus casas y edificios públicos tuvieran el mejor sol del día. Varios parques ofrecen un cuidado muestrario de árboles, plantas y flores que oxigenan el aire y desprenden sus aromas exquisitos.
En pleno centro, en la intersección de las avenidas Urquiza y Mitre, recorrimos sus plazas principales, donde confluye la actividad ciudadana. Además de observamos la amplitud de este paseo tradicional para los habitantes de esta ciudad/pueblo, nos detuvimos ante la iglesia Virgen Niña.
De estilo neogótico, sobresale sobre el resto de las edificaciones y, una vez en su interior, contemplamos las pinturas magníficas de las columnas de su nave central y el altar.
Mientras seguíamos adelante, notamos el ensamble de antiguas casonas de su época inicial con residencias muy modernas, con frentes vidriados, todas de poca altura. Hicimos un alto frente a la estatua de El Sembrador, sobre una plazoleta de la avenida Urquiza y con una altura apreciable. Simboliza la esencia de esta comunidad trabajadora y dedicada al cultivo de la tierra. Los primeros colonos llegados desde Europa se labraron un porvenir con esa tarea esforzada.
Muchas de esas historias de vida han quedado plasmadas en el Museo El Porvenir, ubicado dentro de la estancia del mismo nombre, sobre el bulevar Chorroarín. En sus salas se exponen objetos y piezas originales que nos hicieron entender cómo fueron los inicios de las primeras familias de inmigrantes. Observamos elementos de labranza y hasta autos y carruajes traídos de sus lugares de origen.
Los días calurosos del verano se templan junto al arroyo Perucho Verne, donde funciona el balneario camping municipal Rocha, muy cerca del centro. Se sale por la avenida Mitre hasta la ruta nacional 130 y se realizan por esta unos 10 kilómetros. Una vertiente natural poco profunda con playas de arena rodeada de muy buena sombra se convierte en un lugar de recreación. Una represa y una cascada le otorgan especial encanto. Allí es posible pasar el día, ya que cuenta con mesas y parrillas; los lugareños la consideran parte de su ciudad.
Fue el descubrimiento de las aguas termales lo que hizo de Villa Elisa un destino turístico. La tranquilidad pueblerina se vio trastocada por la presencia de visitantes que llegan a disfrutar del relax del complejo termal, uno de los más cómodos y entretenidos de la zona.
Las arterias principales de la ciudad albergan hosterías, cabañas y hoteles para todos los gustos; también restaurantes y bares, en los que dimos cuenta de algunas especialidades exquisitas. La gastronomía regional es rica en sabores y, en algunos casos, recetas provenientes de los ancestros europeos. En los asadores campestres, además de las buenas carnes, se suman los pescados logrados en el río Uruguay y los chacinados y quesos elaborados en las estancias vecinas. En cuanto a los dulces, probamos su alfajor tradicional, su licor de yatay, pastelitos fritos y otras especialidades artesanales que identifican a la provincia.
Todo en Villa Elisa inspira a dejarse llevar por lo que vemos, sentimos y el entorno increíble.