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Allí, antes de hacer los trámites migratorios, en una pequeña casilla dos bellas y simpáticas señoritas nos dijeron que cruzar sale solo monedas. Así que sacamos los pasajes y ya éramos parte de esta singular aventura que, increíble pero real, nos permite vivir olores, costumbres e idiosincrasias distintas con solo cruzar un río.
Eso es lo lindo que tienen los límites internacionales: la posibilidad de encontrarnos con un otro distinto a nosotros y tan igual al mismo tiempo.
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Del otro lado, una pequeñísima localidad bautizada Porto Soberbo es la entrada a Brasil. Desde allí se puede emprender viaje a las localidades de Tres Pasos, Teniente Portela, Itapiranga o bien hasta el parque estatal de Turvo, desde el cual se aprecian los Saltos del Moconá pero desde el lado brasileño.
+ Info:
http://www.welcomeargentina.com/elsoberbio/cruzar-brasil.html