Pensado como lugar de encuentro para la Fiesta Nacional del Inmigrante, este lugar es además una excusa perfecta para disfrutar del aire libre y de la historia de esta región forjada por inmigrantes europeos.
Una escapada a escasos kilómetros de la ciudad nos permite disfrutar de la prodigiosa naturaleza obereña. Un refrescante salto de agua se transforma en el refugio ideal para retener cada partícula del paisaje.
Dentro de sus paredes se conserva no solo la historia de los habitantes de Oberá, sino también la memoria de esta región misionera que cautiva al visitante y que logró que inmigrantes de todo el mundo la adoptaran y la hicieran propia.
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