Conocida como el mayor centro termal de la provincia de Buenos Aires, la ciudad de Carhué es uno de los más serios para el tratamiento y cuidado de la salud.
Ubicada a 520 kilómetros de la Capital Federal, se puede llegar a Carhué por la ruta nacional 205 y por la provincial 65, y desde los centros urbanos más importantes del país parten todos los días ómnibus hacia esta bella y coqueta ciudad.
Los baños termales y los tratamientos con barros y fango del lago se han convertido en un ícono de la ciudad de Carhué, cuyo clima templado hace que durante el invierno las temperaturas promedien los 10º C mientras que en el verano ascienden a los 25º C. En invierno, los centros termales y spa calientan el agua del lago para que las piletas de los hoteles siempre cuenten con temperaturas mayores a los 30º C, algo muy valorado por los turistas.
Desde el año 1920, distintas generaciones de visitantes de todo el país y del mundo se han acercado a este lugar para disfrutar de las ventajas de las aguas salobres y mineralizadas que poseen propiedades curativas. Además de ser la terma al aire libre más grande del país durante la primavera y el verano, el lago Epecuén, que baña la costanera de Carhué, ofrece una historia rica sobre toda la región bonaerense y su naturaleza única.
Hoteles cuatro estrellas, centros de spa, cabañas y casas de alquiler temporario ofrecen al visitante todo lo necesario para alojarse y prolongar la estadía en la ciudad, al igual que diversos restaurantes de cocina internacional que de a poco comienzan a abrir sus puertas a un publico cada vez más selecto.
Desde la ciudad de Carhué se pueden realizar distintos paseos: llegar hasta la ex-Villa Epecuén y conocer lo que fue un lugar increíble para su época, realizar un vuelo de bautismo a bajos costos con los pilotos más experimentados del aeroclub local o bien realizar un safari fotográfico con los cientos de aves que se observan en las lagunas cercanas, entre los que el flamenco rosado se lleva todos los aplausos.
También es posible realizar cabalgatas, trekking o caminatas a lo largo del arroyo Pigüe o por la misma costa del lago Epecuén, que durante las últimas horas del día brinda a los ojos del visitante atardeceres únicos. La salinidad de las aguas y la intensidad del sol son los responsables.