Estancia Jesuítica de Caroya

La Estancia de Caroya fue la primera estancia que organizó la Compañía de Jesús hacia el año 1616


Primero, una casa de verano

Ubicada en el límite oeste de la localidad de Colonia Caroya, en la provincia de Córdoba, 44 kilómetros al norte de la ciudad capital (Ruta Nacional Nº 9), se enclava este enorme caserón colonial rodeado de arboledas y vides bajo el cordón de las sierras chicas.

Por el año 1661 fue vendida al fundador del Colegio Monserrat, el Presbítero Ignacio Duarte Quiróz, quien logró transformarla en una pródiga tierra con producción de maíz y trigo, frutas, vino, miel y algarrobo. En 1867, Duarte la donó al Colegio para que fuera utilizada como solar veraniego de sus estudiantes. Y así pasaron sus merecidas vacaciones alumnos como Juan José Paso, Nicolás Avellaneda y los hijos del Virrey Liniers.

  • Una casa de verano

    Una casa de verano

  • Enorme caserón colonial rodeado de arboledas

    Enorme caserón colonial rodeado de arboledas

  • Un amplio patio central

    Un amplio patio central

  • Dos enormes palmeras

    Dos enormes palmeras

Entre los años 1814 y 1816, las guerras independentistas hicieron que Caroya se convirtiera en la primera fábrica de armas blancas del país, abastecedora de las puntas de bayoneta para el Ejército del Norte. En el año 1854 pasó a manos del gobierno nacional que en 1876 dispuso, bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda, albergar a inmigrantes italianos provenientes de Friuli. En 1878, los nuevos colonos ya instalados en los cuartos de la estancia comenzaron a organizar el poblado en las inmediaciones cercanas al casco.


¿Cómo es la Casona?

Toda la residencia está organizada en torno a un amplio patio central que detenta en su ingreso dos enormes palmeras, seguidas de un frondoso jardín en el que se respira el aroma de los olmos, naranjos y palmeras. Junto a la capilla, el perchel, el tajamar, los restos del molino y las acequias, además del área dedicada a la quinta, constituye un destacado ejemplo de arquitectura residencial en el medio rural. Su estructura edilicia muestra rasgos arquitectónicos propios de los siglos XVII, XVIII y XIX, marcados por las distintas etapas de utilización de la casa.

Por esta razón, el museo pluritemático y el centro de interpretación que funciona en la estancia bajo la Dirección del Patrimonio Cultural de la Provincia de Córdoba, cobran singular importancia. En las diez habitaciones que conforman el claustro, los objetos y muebles testimonian las diversas épocas. Arcones de madera, sillones fraileros, pinturas cuzqueñas y la talla de madera policromada de San Ramón Nonato fueron fieles testigos de los días de descanso que pasaban los alumnos del Monserrat.


La Estancia de Caroya

La capilla, que data del siglo XVII, con sus paredes de piedra y sólo una imagen en el altar de la Virgen de Monserrat, invitan al recogimiento.

Los amantes de las armas pueden recorrer los salones y la galería donde se exhiben ejemplares de guerra como carabinas Remington 1879 y Charleville 1850, tercerola Smith 1857, además de sables y espadas de la época revolucionaria.

El paso de los friulanos por la casa quedó reflejado en sus juegos de dormitorios, baúles de viaje, ruecas para hilar y otros artefactos domésticos. También un enorme tonel con prensa para las uvas, verdadera expresión de los frutos de Caroya, donde todavía los descendientes de esos inmigrantes producen el famoso vino frambua.

Tras años de historia, Caroya resguarda en sus silenciosos y apacibles rincones el espíritu que fue repetido en cada una de las estancias jesuíticas.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Gentileza Cba.gov.ar

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