Visita a Tomás Jofre

Decenas de restaurantes

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y así hasta pasar la docena son los restaurantes y boliches de campo que se han instalado en este pintoresco paraje de la provincia de Buenos Aires para dar de comer a miles de personas todos los fines de semana del año.

Aquí se ha instalado lo que pobladores y visitantes han denominado el Primer Polo Gastronómico del Campo. Pero aunque la oferta abunda, hay que llegar temprano si se quiere conseguir mesa.

Todos los sábados, domingos y feriados, la ciudad de Mercedes queda vacía a la misma hora: la mayoría recorre los 15 kilómetros que separan la ciudad de la localidad de Jorge Born, cuya estación de tren recibe el nombre de Tomás Jofré.


Cocina bien argentina

Con sus restaurantes y almacenes de campo, esta localidad ofrece una amplia variedad de comidas tradicionales, entre las que sobresalen las pastas caseras, los asados criollos y las especialidades de cerdo, además de los salames quinteros y galletas de campo que han hecho famosa la zona.

A simple vista, las viejas esquinas del pueblo no parecen haber cambiado mucho desde sus orígenes lejanos. Reciclados, pulperías o almacenes de ramos generales son parte del sentido común del pueblo, pero llaman la atención de quienes los ven por primera vez.


Cada cual hace su juego

Los grandes protagonistas del lugar son ellos, los restaurantes, y toman vida cuando se llenan de comensales que llegan incluso de pueblos de más de 100 kilómetros a la redonda.

Las 4x4 se mimetizan de manera perfecta con caballos y carruajes que invitan a la fotografía o a dar un paseo por el pequeño casco urbano mientras se hace la digestión o se espera la llegada de la tarde para comenzar la mateada.

Cada cual camina a su modo y con sus propios tiempos, admirando los campos, las calles, los caballos y algún que otro espectáculo montado especialmente para los presentes. Los nostálgicos se sorprenden con objetos y reliquias que cuelgan de algunas paredes, como viejas latas de galletitas o botellas de aperitivos olvidados en el tiempo.

Así es Tomás Jofré, un lugar armado simplemente para comer y pasarlo bien. Y, por la cantidad de comensales que se acercan, parece que se lo hace bárbaro.