El Tren a Mercedes

Son 30 nomás

Plaza Once no es un sitio bello, lamentablemente, quizá porque por allí todos los días del año circula alrededor de un millón de personas que van de un sitio a otro, toman un tren, se suben a un colectivo, esperan un taxi, siempre de paso.

Sin embargo, y yendo a contramano de todos, desde allí es posible iniciar una aventura única subiéndonos a uno de los tantos trenes de pasajeros que se dirigen al conurbano bonaerense y así viajar como lo hacen los trabajadores todos los días del año.

Las estaciones son treinta y permiten a lo largo del recorrido apreciar cómo la ciudad va quedando atrás y cómo el horizonte comienza a despejarse para darle lugar al campo.

Once-Caballito-Flores-Floresta-Villa Luro-Liniers-Ciudadela-Ramos Mejía-Haedo-Morón-Castelar-Ituzaingó-San Antonio de Padua-Merlo-Paso del Rey-Moreno-La Reja-Francisco Alvarez-Ing. Marin-Gral. Rodríguez-La Fraternidad- Lezica y Torrezuri-Universidad de Luján-Luján-Jáuregui-Olivera-Gowland-Mercedes.


Llegar a Mercedes

Luego de pasar la estación General Rodríguez, las estaciones empiezan a verse completamente distintas. El aire es otro y ya se respira la frescura del campo argentino. Los paisajes comienzan a mostrar sus inconfundibles verdes.

La estación terminal de Mercedes nos recibe alegre con su típica calma campechana, como si nadie se hubiese dado cuenta de que acaba de llegar el tren que parte de la gente del pueblo esperó todo el día.

Recién cuando uno llega puede observar correctamente la locomotora y la formación que nos posibilitó llegar hasta allí. Se trata de una vieja maquina diesel que lleva años haciendo el mismo recorrido y que los mercedinos quieren como parte del pueblo, como si fuera propia.

Apenas se pisa la estación, un viejo cartel indica Bienvenidos a Mercedes y explica que esta pequeña ciudad es Centro Obligado y Estratégico del Mercado Nacional de Hacienda y Sede Nacional del Durazno. Aunque por su estado no se sabe si lo sigue siendo o dejó de serlo hace tiempo, lo llamativo es que aún los visitantes y turistas lo miran y tienen así una primera impresión de la ciudad que están por conocer.

Una vez que se dejan las puertas de la estación, la sensación de soledad nos invade por completo. Hemos dejado el tren, amigo con el cual compartimos más de una hora, y llegamos a un lugar completamente desconocidos para nuestros ojos.

A caminar por Mercedes, ya habrá tiempo para volver al andén.