Desde el Centro de Actividades Aéreas de Rawson se puede realizar vuelos de bautismo sobre la costa atlántica sur, sobrevolando la pinguinera de Punta Tombo hasta Punta Ninfa, en el Golfo Nuevo.
“¿Es que no pueden imaginar la gloria que alcanzarían si realmente aprendiéramos a volar?”, dice Richard Bach a través de su Juan Salvador Gaviota. Desde la antigüedad el hombre ha mirado el cielo con ansias de experimentar el viento en la cara al caer en picada, el batir de alas, la cotidianeidad de los pájaros. Gracias a la ciencia, el hombre ha descubierto que dicha disciplina no es exclusiva de las aves.
Para los que quieran experimentar esa libertad que se vive solamente en el aire existe una propuesta única. Partiendo del Centro de Actividades Aéreas de la ciudad de Rawson (C.A.A.R.), los visitantes pueden realizar un vuelo de bautismo sobrevolando esta magnífica región.
Los interesados deben acercarse al aeroclub local para establecer el rumbo que desean tomar en la excursión junto con el piloto. Lo demás es goce, reflexión y perspectiva.
El viaje que propone el C.A.A.R. para la excursión aérea puede ser en dirección norte, sobrevolando Punta Ninfa, el Golfo Nuevo o llegando hasta Península de Valdés. También existe la posibilidad de volar en dirección sur, para obtener panorámicas únicas de la reserva de pingüinos de Punta Tombo. En ambos casos, la excursión puede durar entre una y dos horas, dependiendo del trayecto y de las condiciones atmosféricas.
Todas las aeronaves son chequeadas por el piloto antes de comenzar el vuelo. Se verifican los sistemas operativos, el motor, el instrumental y el fuselaje.
Los aviones utilizados por el aeroclub de Rawson para este tipo de vuelos pueden ser un Aero Commander o un Piper Comanche, ambos con capacidad para tres plazas más el piloto.
El piloto nos cuenta que el Piper Comanche posee un ala baja más ligera, por lo que volando con esta aeronave la adrenalina que se vive es aun mayor, dato que no se descarta a la hora de viajar con niños o con personas mayores de edad. De cualquier forma, ambas aeronaves están preparadas para que el vuelo sobre la región sea una experiencia inolvidable para disfrutar en familia.
Una vez trazada la ruta que se tomará, los pasajeros son invitados a ingresar al interior de la aeronave y así poder comenzar con el vuelo. Un suave traqueteo sobre la pista, una leve inclinación y el pasajero se ve en el cielo, observando el aeroclub con una perspectiva a la que se irá acostumbrando y que luego no querrá abandonar.
Siguiendo la costa patagónica y volando a 500 pies sobre la tierra, se tiene la posibilidad de observar las ballenas con sus ballenatos, las enormes pinguineras y las loberías. Desde esa nueva perspectiva, el territorio parece cambiar, transforma sus colores y permite descubrir los secretos de los pájaros.
Más de una vez la capacidad de asombro del visitante se ve retada cuando se observa los accidentes geográficos desde el cielo, mientras se escuchan las explicaciones de los experimentados pilotos.
Al mirar por la ventanilla, la sensación de libertad aparece sin dificultad, como en la reflexión de Juan Salvador Gaviota que encabeza la nota: desde arriba, aprendiendo a volar, la gloria parece estar al alcance de la mano. O del ala.