City tour por Rosario

Ubicada a 320 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, descubre su histórica hermosura en medio de la ajetreada vida urbana. Parques, monumentos y la centenaria arquitectura saben lucirse ante la mirada curiosa de los visitantes.

Salimos desde la Capital Federal hacia el interior del país. Nuestro objetivo no era alejarnos demasiado de la capital porteña. Nos habían enviado a recorrer el segundo ejido urbano más importante de la Argentina: Rosario.

Partimos con la premisa de que nos encontraríamos con un destino turístico incipiente, resultado de un país que lentamente, pero con paso firme, se está afianzando en esta materia.

La ruta nacional nº 9 nos condujo hasta el destino. Durante el trayecto, me alegré al apreciar el notable auge por el que está pasando el campo. Cientos de hectáreas ya cosechadas dejaban entrever que escasos meses atrás había habido una fuerte actividad cerealera en la zona. Los silos repletos de materia prima parecían explotar, quizá debido a la puja de los intereses económicos, en la intensa búsqueda de un mejor precio en el mercado.

Casi sin darnos cuenta, atravesamos los trescientos veinte kilómetros que nos separaban de la ciudad. La ruta de excelente estado y muy buena señalización, hizo que en tres horas exactas entráramos en Rosario, cuna de nuestra insignia nacional: la bandera argentina.

  • Una ciudad que invita a ser recorrida

    Una ciudad que invita a ser recorrida

  • Perfectamente comunicada con todo el país

    Perfectamente comunicada con todo el país

  • Monumento Nacional a la Bandera

    Monumento Nacional a la Bandera

  • Su histórica hermosura

    Su histórica hermosura

  • Los encantos de Rosario

    Los encantos de Rosario


Pórtico “rosarigasino”

Como en la mayoría de las grandes ciudades, la entrada a Rosario nos dejó mucho que desear. La contracara del país, una vez más se hacía presente. Antes de cruzar la avenida de Circunvalación con dirección al boulevard Oroño, la que nos conduciría hasta el corazón mismo de Rosario, transitamos frente a barrios de “emergencia”, producto de la indiferencia de una Argentina del pasado. Casas humildes, perros vagabundos y centenares de rostros melancólicos observaban nuestro paso hacia el centro rosarino.

Una vez que tomamos el boulevard Oroño, la imagen ciudadana cambió totalmente. Como si fuera una vuelta de página, fuimos abrazados por tupidas áreas verdes, plazas y parques que parecían mimetizarse con la centenaria arquitectura del lugar.

Rápidamente nos dimos cuenta de que Rosario es una ciudad que invita a ser recorrida. Sus construcciones, palacios gubernamentales que mantienen intacto el estilo de principios del siglo XX y su bullicioso tráfico urbano le brindan ese particular sello de gran ciudad.

Dispuestos a descubrirla, a conocerla aceptándola como es, nos dirigimos hacia el hotel para dejar nuestro equipaje.
Nos alojamos en el Majestic, uno de los hoteles más característicos y emblemáticos de Rosario. Totalmente renovado y con una excelente ubicación en el centro de la ciudad, fue una buena propuesta para conocer los encantos de la zona.


Entre la bandera y el Paraná

Una vez realizado el check in nos fuimos a caminar por las barrancas del río Paraná. Erguido y silencioso, observamos el Monumento a la Bandera, que parecía invitarnos a recorrerlo, pero decidimos hacerlo a la mañana siguiente.

El atardecer a nuestras espaldas dibujaba hermosas figuras sobre las calmas aguas del ostentoso Paraná. Esta elegante metrópoli surgió como un disperso caserío que fue tomando forma de villa luego de la instalación de su Basílica Catedral Nuestra Señora del Rosario, en 1731. Con el pasar de los años, se construyó una ciudad con un notable dinamismo, fruto de su enorme desarrollo industrial y comercial.

Creció de la mano de su puerto, considerado como parada obligada en la ruta fluvial hacia las provincias o países limítrofes, convirtiéndose en un punto estratégico para el intercambio y la comunicación.
El río Paraná es uno de los principales protagonistas de la vida de la ciudad. Ancho y caudaloso, se ramifica en un extenso delta ofreciendo un paraíso ecológico y un notable refugio natural. Por ello nos propusimos conocerlo durante nuestra estadía en la ciudad.

Al fin estábamos en Rosario, la enigmática ciudad forjada anónimamente con el esfuerzo y la creatividad de su gente. Aquella que vio nacer a artistas, humoristas y músicos de excelente nivel nacional e internacional, como Fontanarrosa, Olmedo, Fito Páez o Juan Carlos Baglietto, ente otros.

Hoy, en pleno renacer turístico del país, Rosario abre sus puertas dejando caminar sus calles para descubrir su arquitectura, recorrer sus parques, navegar su río y formar parte, aunque sea por unos días, de su incansable y ajetreada vida.

Autor Marcelo Sola Fotografo Jorge González

Cómo llegarCómo llegar: La ciudad de Rosario está perfectamente comunicada con todo el país a través de autopistas y rutas nacionales, provinciales y regionales. Desde Buenos Aires se accede a través de la ruta nacional 9. Un gran número de empresas de autobuses prestan servicios desde y hacia todo el país. Además, llegan vuelos de cabotaje al Aeropuerto Internacional Fisherton, ubicado a escasos kilómetros del centro de la ciudad.
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