La vetusta finca El Rey fue otorgada en el año 1767 por voluntad real, al Coronel Fernández Cornejo y Rendón, por sus servicios en la expulsión de la orden jesuita. Tiempo después, el mismo coronel se convirtió en el primer explorador histórico del Chaco Gualamba y el río Bermejo hasta su unión con el Paraguay.
Hoy, los cimientos del casco conocido como La Sala, que evocan su pasado colonial, se pueden ver desde la Intendencia del Parque Nacional.
No obstante, si la estancia le cedió su nombre, su fama la alcanzó a través del célebre Juan Carlos Dávalos, poeta y narrador salteño que plasmó en algunos de sus escritos los rasgos de la naturaleza de El Rey, entre los que se destaca su obra antológica Los Gauchos.
En la actualidad, el Parque Nacional El Rey, creado en el año 1948, preserva una valiosa área de yungas y los ambientes de transición entre esta región y el Chaco Serrano. Ubicado en el departamento de Anta, a ochenta kilómetros hacia el este de la capital de Salta, abarca una superficie de 44.162 hectáreas en un amplio valle en forma de herradura, rodeado por las altas serranías de la Cresta de Gallo en el oeste y por la Sierra del Piquete al este
Entre las nubes
Estos cordones montañosos que delimitan el área descienden gradualmente hacia el interior del valle central y caen en forma abrupta hacia el exterior, con escalones que alcanzan los doscientos metros de altura, originando un inmenso anfiteatro natural. El Popayán es el único río del Parque Nacional, donde confluyen todos los arroyos que bajan desde los cerros.
Su singular topografía, abierta a las masas de aire frío que vienen del sur, ocasiona un clima menos cálido que el de las áreas vecinas.
La zona de transición con el ambiente chaqueño, erizada de lomadas y cuchillas, ocupa la parte baja del área protegida, donde se encuentra el bosque chaqueño serrano con especies arbóreas como el horco quebracho, el cochucho, el atamisque y los cardones.
La vegetación de la nuboselva está admirablemente representada con sus distintas comunidades y pisos altitudinales dentro del Parque Nacional El Rey. A medida que sube la altura, las tipas y pacaraes anuncian la selva de transición.
Le sigue la selva montana, que ocupa las laderas orientales y conforma una masa boscosa casi impenetrable, con nubes que se internan en el paisaje selvático, principalmente en verano y principios de otoño. Sus inmensos cedros, tarcos, tipas y nogales, entre otros árboles, permanecen cubiertos de lianas, enredaderas y epífitas, como las bromelias tanque, los claveles del aire y distintas clases de orquídeas.
Desde los ochocientos metros sobre el nivel del mar se extiende la selva de mirtáceas, con palos barrosos, alpamatos, matos chal-chal y güilis. Pasando los mil quinientos metros, se encuentran bosques de pino del cerro, alisos y bosques de queñoa, en comunidades casi puras. El vistoso rey del bosque sobrevuela estos árboles, además de la monterita ceja rojiza, entre otros pájaros. Más arriba, en los prados de altura, sobrevuelan los cóndores andinos.
Animales salvajes
A la fauna característica de las yungas se suman, en esta reserva, especies chaqueñas como la chuña de patas rojas y la charata que, junto a la pava de monte común, suelen aparecerse en los alrededores de la Intendencia.
En la Laguna de los Patitos se concentran distintas aves acuáticas, entre ellas la gallareta escudete rojo, la pollona negra, el pato cutirí y el macá o macacito gris.
Es frecuente encontrarse con corzuelas pardas, zorros de monte y tapires. El tapir, también conocido como anta, puede alcanzar los trescientos kilogramos, siendo el mamífero terrestre de mayor volumen y peso en América del Sur. Como le gusta el agua, pasa largas horas bañándose e ingiriendo plantas acuáticas.
Los pecaríes, pequeños chanchos salvajes de la región, se alimentan de vegetales, insectos, gusanos, arañas y reptiles. El pecarí de collar, distinguible por su pelaje claro alrededor del cuello, es más común que el labiado, que vive en las quebradas abruptas de densa vegetación arbustiva.
El pasado de El Rey
Estas tierras estuvieron habitadas por aborígenes agricultores que utilizaban los terrenos llanos para el cultivo. Piezas cerámicas de color gris y naranja, con asas de motivos zoomorfos y hachas de piedra pulida, que guardan relación con las culturas del norte argentino, constituyen el patrimonio arqueológico del Parque Nacional. Los descendientes de esas sociedades indígenas continúan poblando la región.
Sin dudas, en su pasado colonial se destaca la finca El Rey, dedicada a la ganadería, la agricultura de subsistencia y la extracción forestal ligada a la primera actividad. De acuerdo a la tradición local, la estancia era célebre en la región por la calidad de sus caballos.
Después de haber sido otorgada al coronel Fernández, el establecimiento fue administrado por sus descendientes hasta 1926, año en que fue vendida. Veintidós años pasaron para que el Estado Nacional adquiriera las tierras y convirtiera el área en Parque Nacional, con el fin de proteger las selvas de montaña del noroeste argentino.
Al igual que las demás reservas de la zona, hoy en día El Rey sufre los problemas de la caza y la pesca furtivas, y es afectado por la deforestación masiva, la extracción de madera y la transformación de los bosques por cultivo, producidos a gran escala en toda la región. En forma paulatina, estas acciones están originando el aislamiento del Parque, perdiendo conexión con las áreas de Calilegua y Baritú, que pertenecen al mismo bioma.
Recorridos:
Distintos senderos exploran los ambientes y permiten observar la fauna silvestre en general y las aves en particular.
- Sendero de la Chuña: ideal para caminar, es un atajo que va desde el área de la Intendencia hasta casi el primer vado en el camino a Pozo Verde, punto de inicio del sendero Los Ocultos.
- Sendero Los Ocultos: de interpretación peatonal, se extiende 1,5 km atravesando toda la selva de transición. Inicia justo sobre el camino a Pozo Verde, ubicado a 3 km de la Intendencia.
- Sendero Chorro de los Loros: este camino peatonal de 10 km de largo también recorre la selva de transición.
- Cerro Chañar: cerca de 4 km de sendero peatonal con pendiente pronunciada, que transita por la selva de mirtáceas y el bosque de pinos del cerro hasta los pastizales serranos.
- Laguna de los Patitos: propicio para observación de las aves acuáticas, está ubicado sobre el camino de acceso al parque, 1,5 km antes de llegar a la Intendencia.
- Sendero vehicular al río Popayán: por camino de ripio y apto para algunos vehículos por la cantidad de vados, inicia a 1 km de la Intendencia y recorre el bosque chaqueño.
- Sendero vehicular a Pozo Verde: Aproximadamente 12 km. Se realizan en auto los primeros 3 km, y los 9 restantes se habilitan sólo en invierno y de forma restringida para vehículos. Incluye el sendero de interpretación Los Ocultos. Se cruzan arroyos y se llega a un bosque de inmensos laureles, hasta dar con la laguna de Pozo Verde con rocas llenas de cavidades que parecen meteoritos.
- Campo Santa Elena y Cascada Los Lobitos: 4 km de camino consolidado (desde la Intendencia). Muestra una zona del ecotono entre el chaco serrano y la selva de transición (en recuperación luego del retiro del ganado vacuno).
Parque Nacional El Rey
España 366 - 3º piso
4400 Salta - República Argentina.
Tel.: 54 34 87 4312683.
E-mail: pnaciorey@impsat1.com.ar; pnaciorey@ish.com.ar
Fuentes bibliográficas:
Erize, F.; Canevari,M.; Canevari, P.; Costa,G. y Rumboll, M. "Los Parques Nacionales de la Argentina y otras áreas naturales" Ed. INCAFO. Madrid, 1981.
Página oficial de la Administración de Parques Nacionales www.parquesnacionales.gov.ar