El valor arqueológico y la interpretación del significado de este arte pre tehuelche merecen una visita para descubrir en esos signos pintados la cosmovisión de los primeros habitantes de la Patagonia.
Para conocer la famosa Cueva de las Manos, dejamos Colonia Sarmiento y la provincia de Chubut para internarnos en Santa Cruz junto a un guía especializado.
En la ruta asfaltada fuimos sorprendidos por el cruce de una manada de guanacos que cruzaba la estepa patagónica. “Es común, además, encontrar ñandúes”, nos dijo el guía. Nos recibió el río Pinturas y su profundo cañadón, por el que realizaríamos un trekking hasta el alero y las cuevas.
Enormes paredes de rocas con texturas porosas y volcánicas forman los farallones del costado del río Pinturas. El corredor arqueológico se extiende paralelo a la ruta nacional n° 40 y está formado por la Cueva de las Manos, el alero de Charcamata y la Cueva Grande.
Descendimos por las barrancas del cañadón, donde encontraríamos las primeras pinturas en cuevas y aleros. Para llegar a los otros sitios arqueológicos, debimos continuar por un sendero del cañadón.
La caminata, de unas tres horas con mochila al hombro, requiere buen estado físico ya que se recorren empinadas cuestas del río Pinturas por un camino interno de las estancia Los Toldos. Allí funciona una hostería y albergue. Al llegar, mirando hacia la Cueva de las Manos nos pareció que estaba enmarcada por una ventana.
Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en medio de ese paisaje natural imponente de la Patagonia las figuras han permanecido inalterables a través de los años y corresponden a los primeros habitantes, una civilización pre tehuelche.
Su gran valor radica en la valiosa información que nos permite conocer cómo llevaban adelante sus vidas esos grupos. En esas representaciones gráficas nada es casual. Si aparecen escenas de caza de guanacos, es porque a eso dedicaron su tiempo a fin de alimentarse y resguardarse del frío. Los rituales y simbología están presentes en imágenes y suponen una unión mística entre los participantes y las fuerzas de la tierra.
Las huellas de manos fueron realizadas con diferentes técnicas. Hay impresiones en positivo logradas apoyando las palmas de las manos previamente teñidas en pinturas. Las más antiguas y famosas son en negativo y superpuestas. Fueron realizadas mediante la utilización de pequeños huesos huecos de animales a modo de aerógrafo.
Las pinturas provenían de la vegetación (raíces, cortezas, etc.) y los tonos logrados fueron negro, rojo violáceo, amarillo, blanco, violáceo y muy raramente verde. Además de las figuras de animales, hay figuras humanas y signos geométricos como círculos, estrellas, trazos curvos y espirales, entre otros.
El perito Francisco Pascasio Moreno las encontró y realizó un informe pormenorizado del descubrimiento. Posteriormente, fue motivo de estudio de especialistas. En 1972, un grupo de arqueólogos determinó con el análisis del carbono 14 que fueron realizadas alrededor del 7.350 a.C.
Años atrás algunos de los conjuntos de arte rupestre eran conocidos únicamente por los pobladores. Con la llegada del turismo, a fin de evitar el deterioro, solo es posible visitarlos a pie, a caballo o en 4x4 con guía baqueano autorizado.
“Han visto una manifestación de arte y cultura milenarios, que los primeros habitantes de estas tierras dejaron para nosotros, los que nos creemos originadores del mundo.” Risueño, el guía nos despidió con esas palabras y nos quedamos pensando.