Los viajes relacionados con la salud son desde hace décadas una alternativa para quienes disfrutan con una vida más saludable en contacto con la naturaleza o para quienes sufren algún tipo de padecimiento.
No todas las termas son iguales. Por el contrario, difieren bastante unas de otras, tanto en sus origen geológico, en sus aguas, como también en los métodos utilizados para que estas lleguen a la superficie terrestre, a veces de manera natural y otras veces ayudadas por el hombre.
Sinónimo de la tercera edad en sus comienzos y relax para la juventud de la actualidad, las termas han logrado captar diversos públicos que buscan en ellas sensaciones distintas. Lo bueno es que estas aguas, curativas o relajantes, responden a las demandas de cada uno de los visitantes que buscan hoy recreación más allá de sus bondades.
Los baños termales desde hace algunos años están reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un método válido para el tratamiento de diversas afecciones.
En nuestro país, las aguas termales se encuentran clasificadas según diversos orígenes, como así también de acuerdo a estudios físico-químicos que son realizados en forma permanente por cada centro termal y por el Instituto Nacional de Ciencia y Técnicas Hídricas (INCYTH).
En el litoral argentino, más precisamente en la provincia de Entre Ríos (ciudad de Paraná), es tal la importancia de este recurso que la universidad local incorporó la carrera de especialización en Termalismo.