En Argentina hay una amplia tradición de turismo termal, dada su extensa geografía y variados climas.
A lo largo de toda la cordillera de los Andes, la mayoría de las termas son de origen volcánico o montañoso. Este inmenso cordón presenta en todo su recorrido grandes fallas geográficas y mucha actividad geotérmica, lo cual explica la gran cantidad de fuentes de agua termal.
Del lado argentino, las más destacadas por su valor histórico son las Termas de Reyes (Jujuy), las más visitada anualmente por turistas locales y de todo el mundo; y Puente del Inca (Mendoza), las más pintoresca por sus colores; pero también se destacan las de Caviahue y Copahue (Neuquén), que son netamente de origen volcánico.
La ciudad de Termas de Río Hondo (Santiago del Estero), ubicada sobre el río Dulce, es otro de los centros termales más tradicionales y visitados por los turistas argentinos, en especial por grandes contingentes de jubilados, que se acercan hasta allí atraídos por las bondades curativas de las aguas y las comodidades hoteleras. Aquí, el agua termal se encuentra en las napas superficiales, por lo que no es necesario hacer grandes perforaciones para dar con ella.
Para la provincia de Entre Ríos y para el vecino país de Uruguay, todo cambió después de la construcción de la represa hidroeléctrica de Salto Grande, a orillas del río Uruguay, que ambos países comparten. Durante las excavaciones necesarias para la gran obra, se encontraron algunas napas de agua caliente, que poco se tuvieron en cuenta en ese momento pero que luego servirían a los pequeños pueblos de la zona para encontrar nuevos atractivos turísticos: aguas termales.
Así, las ciudades entrerrianas fueron creando las termas de Federación (de aguas dulces), Chajarí (con piletas y cascadas naturales), de Concordia (de aguas minerales y potables), de Colón (ideales para beberlas en ayunas y para problemas gástricos), de Villa Elisa (de aguas saladas), de Gualeguaychú (las más cercanas a Capital Federal) y de La Paz (de aguas marinas). Comenzaron a desarrollar perforaciones millonarias para dar con el nuevo tesoro que desde hace millones de años se encontraba sin aprovechar. Tesoro que en algunos casos subió a la superficie con gusto a agua dulce, salada e incluso marina.
A la misma altura del mapa, pero del lado uruguayo, se sucedieron idénticos hallazgos. Las termas de Arapey y Dayman se hicieron conocidas por la gran calidad de sus aguas como agua de mesa, sedante estomacal y diurético, además de sus cualidades termales. Lo mismo sucedió con las termas de Salto, que albergan hoy el mayor parque acuático termal de Sudamérica, con piletas y actividades para todas las edades.
Acercándonos al océano Atlántico, encontramos la última gran perforación exitosa que fue bautizada con el nombre de Termas Marinas. En San Clemente del Tuyú (provincia de Buenos Aires), a solo 300 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, aparecen las primeras aguas termales en la costa atlántica argentina. Estas aguas, de excelente calidad para la hidroterapia, poseen tres veces más sal que el agua de mar.