El área de cruce argentino chileno es especialmente placentero por la vegetación, la sucesión de espejos de agua y pueblos pequeños dedicados a la producción agrícola ganadera.
El paso de Icalma es la puerta de entrada a
Chile desde el departamento de Aluminé y cuenta con espacios naturales encantadores a ambos lados de la frontera. Para acceder a Icalma, tomamos el camino de
Aluminé a
Villa Pehuenia, que corre paralelo al río Aluminé. Nos resultó interesante ver como los cerros se reflejaban en el espejo de agua y los campos mostraban sus distintos verdes; algunas chacras vendían miel y fruta fina. Para los devotos de Ceferino Namuncurá, a un costado de la ruta se encuentra una gruta natural con su imagen, junto a las ofrendas dejadas por los viajeros. Al final del trayecto accedimos a Villa Pehuenia. Este pueblo de montaña de pocos años de vida ha encontrado su perfil al armonizar la tranquilidad de su entorno con una variada cantidad de actividades deportivas y de pesca. El puesto aduanero está muy cerca del paraje La Angostura, que separa los lagos Aluminé y Moquehue. En ese punto, las araucarias forman bosques y se observan algunas muy altas y añejas y otras más jóvenes, de color verde más brillante. Notamos que del lado chileno se incrementaba el número de ejemplares de esta especie. Realizados los trámites aduaneros, en pocos metros tomamos el camino que nos llevaba hacia la localidad de Icalma y una laguna del mismo nombre, junto a un valle en plena selva valdiviana.
Continuamos viaje hacia Melipueco, con un río caudaloso a mano izquierda que nos acompañó y por el que fuimos encontrando pueblos rurales cautivantes. Desde este punto, pegamos la vuelta hacia nuestro lugar de partida. A pesar de que las rutas de la zona no han sido asfaltadas en su totalidad, vale la pena realizar el recorrido despacio y deteniéndose a observar sus rincones pintorescos; el camino es un paseo en sí mismo.