Su nombre, de origen mapuche, suena con tanta fuerza expresiva como la que ostenta este paraje de vegetación abigarrada y aguas transparentes, paraíso de los pescadores.
Algunos paseos tienen por finalidad conocer espacios nuevos. Otros, como ir al encuentro del lago Quillén, movilizan nuestros sentidos por la presencia fuerte de la naturaleza.
Emprendimos el camino desde Aluminé con rumbo sur hasta que encontramos una bifurcación hacia el oeste, a la cordillera. Al doblar, el río Quillén decidió acompañarnos un trecho y vimos varios pescadores con mosca que lanzaban la línea con precisión. Pasamos por varias hosterías y estancias que se dedican a la ganadería y al agroturismo, que ofrecen sus cotos de caza en temporada.
Nos detuvimos frente a unas pequeñas casas de madera de la comunidad mapuche Currumil, con sus animales domésticos diseminados. Compramos tortas fritas recién hechas y charlamos con dos señoras de piel curtida, que nos ofrecieron sus tejidos y trabajos de madera. “Antes, se veían pocos autos por aquí, pero ahora en verano vemos mucha gente pasar hacia el lago”, nos dijo la más joven.
Continuamos viaje y el parque nacional Lanín nos recibió con sus variedades autóctonas y cierto grado de humedad. La mayor parte del bosque está compuesta por coihues y lengas, pero también hay araucarias y especies introducidas que fueron admitidas por el clima. El espacio cerrado permitió el desarrollo de flores muy bonitas que resaltaban sobre el fondo verde.
Nos acercamos a la casa del guardaparque para obtener información y saber cómo movernos dentro del área. Nos dirigíamos hacia la costa norte del lago, que es baja, extensa y, por supuesto, de canto rodado.
El majestuoso
Nos sorprendió la presencia del volcán Lanín que, con sus casi 4.000 metros de altura y sus nieves eternas, nos miraba desde lo alto por detrás de unos cerros. Encontramos un lugar de acampe sencillo, agreste, con bancos, mesas y baños.
Sentimos un leve ronroneo de motor fuera de borda y pasó ante nosotros una pequeña lancha, desde donde nos llegó un amigable: “¡Hola!”. La pesca modalidad trolling no está permitida, pero sí el traslado dentro del espejo de agua. El río es un buen pesquero y solo se permite pesca con mosca y devolución, lo que respalda el cuidado de las especies.
A partir del lago Quillén se puede tomar infinidad de senderos. Existe uno que lo comunica con el lago Hui Hui: un trekking clásico entre los amantes de las caminatas por el bosque y las montañas de la zona. La parte más escarpada es al comienzo; luego, el camino continúa plano y fácil. Hay que calcular una distancia de trece kilómetros entre ida y vuelta, ya que en el destino no se puede acampar y se hace necesario regresar. Puede hacerse a pie o en bicicleta.
La “frutilla del postre” fue el hallazgo de plantas rastreras de esta fruta exquisita. Así fue como nos enteramos de que en lengua araucana “Quillén” significa “frutillar” o “campo de frutillas”. La naturaleza deja impresas en nuestra memoria sensaciones que nos acompañan para siempre.