El lago Nahuel Huapi

Respetado y amado, el lago forma parte de la vida de los barilochenses y turistas, ya que se encuentra en el centro de la escena de todas las acciones.

Cada vez que llegamos a la ciudad de San Carlos de Bariloche, el inmenso lago Nahuel Huapi nos recibe y logra captar nuestra atención. A lo largo de las vacaciones, las distintas atracciones turísticas en este confín sureño nos atrapan y el lago pasa a otro plano.

Nos propusimos dedicarle un tiempo extra a entender sus mensajes. Para ello, lo enfrentamos tanto los días de viento como los de sol y notamos cómo esos millones de moléculas de agua que lo forman sienten el impacto ante los fenómenos naturales.

Cuando el cielo permanece abierto, de ese color azul celeste único de la Patagonia, el Nahuel Huapi permanece sereno y de un color azulino fuerte que ofrece al entorno un brillo perfecto. En cambio, con los vientos fuertes del oeste, el lago aparece con un aspecto grisáceo, agresivo, como defendiéndose de un ataque; hasta presenta olas que llegan a la playa con fuerza.

Qué decir de los momentos en que se lo nota de color turquesa, como consecuencia de algún movimiento de sedimentos o de algas en los sectores más profundos. También llegan a su cuenca ceniza volcánica o restos de vegetación arrastrados por las lluvias que alteran su aspecto. Todo en él tiene vida y por eso nada es estable.

  • Una estupenda postal

    Una estupenda postal

  • De origen glaciar

    De origen glaciar

  • Con los vientos fuertes del oeste

    Con los vientos fuertes del oeste

  • De color turquesa

    De color turquesa

  • Azul celeste único de la Patagonia

    Azul celeste único de la Patagonia

  • En Villa La Angostura

    En Villa La Angostura

  • No pasa desapercibido nunca

    No pasa desapercibido nunca

Algo que llama la atención es su transparencia, esa que nos deja sin aliento cuando desde un punto más alto miramos su fondo, en el que se traslucen ramas de árboles caídos, piedras de distintos tipos y, por qué no, sus codiciadas truchas. Ni qué decir de sus bahías, de sus rincones menos visitados y de la riqueza de aguas heladas e incontaminadas.

Por todo eso, cuando abordamos una lancha y transponemos el inmenso lago, estamos en contacto con todo ese universo inquieto. Navegamos sin preocupación sobre ese espejo que refleja todo lo que lo rodea y donde cada cerro parece duplicarse sobre el agua.

Servicial para el traslado y las actividades recreativas, el lago Nahuel Huapi no pasa desapercibido nunca. Cuando tengamos ocasión de mirarlo de frente, pensemos en sus mil caras, las que vemos en ese momento y todas las posteriores, las que solo imaginamos. El desafío es entenderlo y valorar su fuerza creadora.

Autor Mónica Pons Fotografo Luciano Rodríguez

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