El chocolate hace historia en Bariloche

“Kakawa”, “xocolatl” o “chocolate” son algunos de los términos con que se ha nombrado los granos de cacao y el chocolate. Recorrimos esa ruta de más de 2.000 años en una recopilación histórica muy amena y didáctica.

En el hall de entrada del Museo del Chocolate, un perfume conocido y profundo nos invitó a pasar. Nuestro recorrido por las salas de exposición estaría acompañado por ese aroma que penetraba más allá de nuestra nariz.

Acompañados por una joven del museo, observamos maquetas, láminas y esculturas que ofrecían un atractivo material a los visitantes. Ella se ocupó de ir desgranando leyendas, historias y dichos de distintas épocas y más de una vez nos arrancó una sonrisa.

Tratamos de imaginar a los mayas y aztecas con sus rudimentarias herramientas de labranza ocupándose de las plantaciones de cacao. Sus civilizaciones originaron esa costumbre en sus dominios desde México hasta Centroamérica.

  • Los granos de cacao

    Los granos de cacao

  • Una recopilación histórica

    Una recopilación histórica

  • Un atractivo material a los visitantes

    Un atractivo material a los visitantes

  • Zona de fabricación

    Zona de fabricación

  • Salón de degustación y ventas

    Salón de degustación y ventas

Mediante dibujos y jeroglíficos nos mostraron cómo transformaban sus semillas en bebida espirituosa. Era consumida fría mezclada con pimienta, de acuerdo al linaje. La semillas fueron utilizadas además como moneda de pago.

Al llegar los conquistadores a América, la costumbre pasó a España y fueron sus reyes quienes supieron valorar las semillas de cacao recién recibidas. Con los años el chocolate se consumía con agregado de leche y azúcar y ese hábito se extendió a otros países europeos.

Nuestra guía intervino: “Europa guarda la costumbre de comer el chocolate casi puro, con un 90% de contenido de cacao, y su color es más oscuro por eso. Nuestro paladar se fue adecuando a sabores más dulces y por eso variamos entre distintas proporciones de cacao y manteca de cacao”.

Para que las semillas de cacao se conviertan en chocolate, primero se las deberá fermentar, secar y moler para luego unirlas a los otros ingredientes. Uno es la manteca de caco, que también se extrae de la baya de la planta. La manteca de cacao es la que le otorga elasticidad y la posibilidad de que el chocolate se derrita en la boca. El chocolate blanco no tiene cacao en su preparación y si es de buena calidad, será de color marfil.

Si alguna vez la iglesia española criticó la costumbre de beber chocolate por considerarlo afrodisíaco y estimulante, hoy esos mismos adjetivos hacen que lo elijamos cuando deseamos entrar en calor y darle un gusto a nuestro paladar.

Antes de pasar a la zona de fabricación, nuestra guía nos contó cómo inició Fenoglio su vida dedicada enteramente al chocolate en Bariloche.

Aldo Fenoglio y su señora llegaron a esta ciudad en 1947 desde Italia con poco equipaje, algunas recetas y cacerolas de cobre. A la par llegó Benito Secco, del mismo origen y familia. Ambos traían ansias de hacer conocer su oficio de maestro chocolatero.

El primero instaló la fábrica de chocolates Tronador, que luego pasó a llevar su apellido. El segundo se inició con Chocolates del Turista, como se lo conoce hasta ahora.

El circuito de fabricación se hizo muy interesante y nos asombró ver cómo modernas máquinas convivían con otras más antiguas, todas en acción. Desde el ingreso del cacao en polvo hasta la salida como bombones, tabletas y figuras, todas nuestras dudas fueron despejadas por la guía.


Exquisiteces con apellido ilustre

Nos esperaba una sorpresa: exhibida con esmero, observamos vajilla antigua en la que se solía servir el chocolate en salones privados. También, marquillas de chocolates muy reconocidos, tanto nacionales como importados. Fue un placer reconocer las tazas en que nuestra abuela servía el chocolate y también alguna marca de chocolate que nos fuera obsequiada en una ida al cine. Placeres que dejan huella en uno.

Compartimos esta ruta del chocolate con turistas de nuestro país y extranjeros. No faltaron comentarios de cómo en cada familia se convertía la hora del chocolate en un rito.

Cuando llegó el momento de la degustación, no pudimos negarnos a esa bandeja con pequeñas tabletas de chocolate amargo, con leche y blanco. Sin fijarnos qué proporciones llevaban de cada elemento, dejamos que se nos hicieran agua en la boca.

Autor Mónica Pons Fotografo Eduardo Epifanio

Contacto de la excursión o paseo


Museo del Chocolate Fenoglio

Av. Bustillos 1200, San Carlos de Bariloche, Río Negro, Agentina

Teléfono Teléfono: +54 294-4422170

Tipo de tourTipo de tour: Contemplativo
HorarioHorario: Confirmar telefónicamente
Ingreso arancelado

Ubicación


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