Bautizada como "Tigre", el nombre de esta localidad de la provincia de Buenos Aires data de una vieja historia de cazadores de yaguaretés (nuestro tigre americano), el que habitaba en el delta del Paraná y sus, en ese momento, "temidas" islas.
El progreso, la llegada de Sarmiento y su propia casa, y los miles de porteños que querían comenzar a poblar estos desolados parajes lograron que distintos medios de transporte, que se mantienen hasta el día de hoy (lancha colectivo), comunicaran sus islas.
Y así, el futuro llegó a las islas, arroyos y ríos internos. Hoy la ciudad de Tigre se ha transformado en un punto de encuentro de todo aquel que decide escapar por un rato de la gran ciudad y perderse en los laberintos interminables que propone la geografía de esta sensacional naturaleza.
Para quienes no quieren dejar el continente, el Puerto de Frutos les garantiza disfrutar de un día inolvidable, donde la magia forma parte de cada uno de los locales que brindan sus artesanías y labores al visitante.
Los fines de semana estas calles internas del Puerto de Frutos se visten de colores a través de los rústicos tejidos. Muebles, adornos y accesorios fabricados en caña y mimbre, deliciosos dulces y mieles caseras, flores brillantes y, por supuesto, toda la variedad de frutas locales conviven en absoluta armonía.
Y todo a tan sólo 30 kilómetros del corazón de la ciudad más grande y populosa de Argentina, y nuestro también querido Obelisco.