Con maquetas, pinturas, barcos y piezas históricas, el Museo Naval nos permite acercarnos al complejo arte de la navegación y a la historia de la Argentina.
Hay algo doble en el Museo Naval de la Nación: por un lado se trata de un museo dirigido por la Armada Argentina, y por tanto presenta un lado serio, histórico, militar, con restos de barcos que participaron en batallas, sables de próceres y una sala de armas. Por otro, la cantidad de maquetas, reconstrucciones y barcos reales que se pueden ver hacen pensar también en las fantasías de un chico que sueña con ser pirata, con viajar por el mar, con vivir aventuras.
Todo eso y unas cuantas sorpresas más se encuentran en el Museo Naval de la Nación, que tiene su sede en los antiguos talleres de la Marina en Tigre, sobre el Paseo Victorica, frente al río Luján.
Los más chicos podrán vivirlo con fantasía, pero el Museo Naval ofrece una gran cantidad de información al visitante, no solo sobre cada pieza exhibida, sino también sobre la historia de la navegación en general.
Quien elija recorrer las salas del museo en el orden sugerido, empezará con grandes carteles explicativos, luego maquetas de los barcos con los que viajaban en las culturas antiguas (desde los egipcios hasta Europa en el siglo XVIII), pasando por la historia de la navegación en Argentina. A esto se suma luego la Sala de Armas, una de aeromodelismo y otra en la que pueden verse embarcaciones reales.
Uno de los aspectos más fascinantes de este museo es la posibilidad de vivir de cerca lo grande y lo pequeño. Mientras en una de las salas se exhiben embarcaciones reales, por supuesto pequeñas para las medidas normales de la navegación pero grandes en comparación con una persona, en otras salas podemos admirar una gran cantidad de maquetas que reconstruyen en una escala muy chica lo que fueron barcos gigantescos.
Es imposible dejar de mirar los detalles. Ya sea frente a un modelo de birreme asirio del siglo VII a.C., un quinquerreme romano, un modelo de la nao Santa María de Cristobal Colón o un navío francés de 1636, todo se va en los detalles infinitos pero precisos. El tiempo parece escondido en esos detalles.
Por supuesto, una buena porción del museo está dedicada a la historia naval argentina. Es otra forma de acercarse al pasado del país: los cambios políticos de las distintas épocas tuvieron una influencia directa en la construcción y uso de barcos. Los barcos también tuvieron su impacto en la historia de Argentina. Desde maquetas, banderas y partes de los instrumentos hasta mobiliarios enteros, uno se siente prácticamente como si estuviera arriba de un barco al caminar por este museo.
El mar es y ha sido siempre parte fundamental de la vida de los hombres. Aun para quien no lo conoce o recorre, resulta fascinante. Una visita al Museo Naval de la Nación es un viaje a cómo el hombre se ha relacionado con él.