Parque de la Costa: Diversión en Tigre

Tan diferente a Buenos Aires pero a pocos minutos de viaje, Tigre siempre ofrece al visitante la posibilidad de encontrar algo, ya sea la naturaleza del Delta, el sol tranquilo, las artesanías del Mercado de Frutos, los museos o, en nuestro caso, un parque de diversiones para toda la familia único en Argentina.

A pocas cuadras de la Estación Fluvial, punto de referencia para todos los recorridos turísticos de la zona, se encuentra el Parque de la Costa, una propuesta de colores, velocidad y fantasía.

Cuando entramos al parque, un fin de semana de descanso, el sol se dejaba ver despejado pero el calor todavía no se sentía. Era una mañana ideal por todo lo que prometía. Sin dar demasiadas vueltas, fuimos directo a los paseos más agitados: las dos montañas rusas, su montaña rusa de agua y Vertigo Xtreme, el juego en el que el visitante es lanzado en caída libre desde 65 metros de altura.

Todavía era temprano y las colas no eran largas, así que dimos una segunda vuelta a El Desafío, la montaña rusa invertida de 600 metros de largo. Una vez más, en nuestro último paseo por el juego, en el que nos tocó por suerte sentarnos en los primeros asientos del carro, pudimos ver todo el parque desde lo alto.

Un poco mareados y con la cabeza en las nubes, decidimos sentarnos en uno de los bancos del parque. En la sombra, descubrimos que ya había pasado el mediodía y decidimos ir a comer algo.

Mientras recorríamos el parque hacia el patio de comidas, vimos que en diferentes lugares se preparaban los espectáculos para los más chicos. Con clásicos como “Peter Pan”, “La Cenicienta” o “La bella durmiente” y espectáculos propios como “El show de Cara de Barro”, el parque ofrece algo para todas las edades. Antes de sentarnos a comer, vimos también la fuente de aguas danzantes, donde se ofrecen espectáculos de agua, luz y sonido.

Ya recuperados, dejamos el patio de comidas para volver adonde están los juegos. El calor, ahora sí, era más fuerte. Con el estómago todavía lleno, decidimos ir a algún juego un poco menos sacudido, y fuimos a Botes en el Nilo. Más tarde fuimos a las Sillas Voladores, un clásico que siempre se disfruta.

Dispuestos a volver a la adrenalina, fuimos a El Torbellino, la montaña rusa con carritos giratorios, y a Desorbitados, la gran góndola giratoria que nos dejó cabeza abajo. Con una pausa para un helado, volvimos a la diversión con una vuelta en karting.

Para finalizar nuestro día, nos subimos a la Vuelta al Mundo. Este probablemente sea el paseo más tradicional de todos, con 34 metros de altura, y nos permitió tener, antes de emprender la vuelta, una hermosa vista del parque, los canales, las islas y todo lo que Tigre tiene para ofrecer. El paseo es espectacular cuando cae la tarde.