Arcadas, paredes blancas y balcones de hierro forjado: el Cabildo, testimonio de la historia y arcón de secretos.
Como muchas de las cosas que creemos conocer, el Cabildo (ese edificio blanco en la punta de la Plaza de Mayo, que los argentinos hemos visto en tantas estampitas, litografías y libros de historia) esconde mucho más de lo que muestra y tiene una historia que contar.
Antes y después
Este edificio es una de las pocos construcciones del siglo XVIII que sobreviven en Buenos Aires. En la memoria colectiva de los argentinos estará unido para siempre a los hechos que empezaron en mayo de 1810 y llevaron, unos años más tarde, a la independencia del país. Pero para ese entonces la construcción ya llevaba más de medio siglo de vida.
La institución del cabildo, típicamente española, estaba constituida por cuerpos colegiados que llevaban a cabo funciones administrativas, legislativas, judiciales, de policía y de milicia. Para que una ciudad en las nuevas colonias fuera tal, debía contar con un cabildo. Es por eso que Juan de Garay, al fundar la ciudad de Trinidad y Puerto de Santa María de Buenos Aires, le asignó un espacio en 1580. Sin embargo, el edificio definitivo no se terminó de construir hasta 1751.
Desde ahí se administraba la ciudad y fue en una de sus sesiones conocidas como “cabildos abiertos” que en 1810, superando sus funciones normales, se formó la Primera Junta de Gobierno.
Pero después de aquellos días históricos, el edificio siguió funcionando como centro judicial y penal. En 1880 se transformó en sede de los Tribunales Nacionales de Justicia. Los cambios introducidos en 1886 en el código penal alteraron sus funciones y finalmente el Cabildo dejó de utilizarse.
Profundidades de la historia
Al acercarnos bajo las arcadas a la puerta de entrada de esta construcción que habíamos visto tantas veces, creímos que encontraríamos una repetición de lo que ya conocíamos. Pero nos esperaba más de una novedad.
Lo que primero nos sorprendió, al ver los viejos cepos originales del siglo XVIII en la entrada, fue saber que en el Cabildo funcionaban al momento de la Revolución y siguieron funcionando mucho después las cárceles de la ciudad de Buenos Aires.
Con leyes que distinguían entre blancos, negros e indígenas, aquí se detenía a los presos y se los torturaba de acuerdo con leyes que siguieron vigentes hasta prácticamente el fin del siglo XIX. La idea en aquel entonces no era separar a un elemento peligroso del resto de la sociedad para poder reeducarlo, sino que lo que se buscaba era que su ejemplo (terrible y exhibido) sirviera como amenaza para los que planearan cometer futuros crímenes.
Ser y parecer
La segunda sorpresa, al seguir los carteles informativos que se despliegan por el museo, fue saber que ese edificio que estábamos recorriendo (el mismo de tantas ilustraciones en los libros de historia) no era exactamente el edificio que recorrieron los revolucionarios de mayo de 1810.
Para la década del ´30 del siglo XX (cuando estuvo a punto de ser demolido), momento en que fue declarado Monumento Histórico Nacional y comenzaron los proyectos de su reconstrucción, el Cabildo tenía un aspecto completamente diferente al de hoy y al que alguna vez tuviera.
En 1860 se remodeló su torre. En 1880 se agregó un tercer cuerpo a la torre y se modificó su fachada para maquillar el estilo español y acercar la construcción a la arquitectura italiano-francesa de moda en aquel momento. En 1889 se demolieron tres arcos del ala norte para abrir paso a la Avenida de Mayo y, para mantener la simetría, se derribó la torre del ´80. En 1931 se demolieron tres arcos del ala sur para dar espacio a la diagonal Julio Argentino Roca. Estuvo a punto de ser demolido completamente, cuando una campaña de concientización del patrimonio histórico lo llevó a su aspecto actual.
Lo prometido es deuda
Pero no todo son sorpresas en este museo. Encontramos, como esperábamos, reliquias de la ciudad que alguna vez fue Buenos Aires, como una muestra de los distintos mecanismos con los que se iluminó las calles de la ciudad.
Y también, por supuesto, pinturas, herramientas, muebles y ropas relacionados con los hechos de la Revolución de 1810. Los hombres de la Primera Junta, placas conmemorativas de la expulsión de los ingleses en 1806, estandartes de la corona española. Todo lo que fue la cuna de la Argentina.