Quedan pocas así: amplias, con poco bullicio, ideales para toda la familia, donde lo primordial es jugar, divertirse y sobre todo disfrutar del mar y la arena. Como antes…
Si hay algo que hoy permiten las playas del sur de la provincia de Buenos Aires, es viajar al pasado y encontrarse con grandes extensiones de arena que pueden llegar a permanecer sin ser pisadas durante varios días, incluso en la temporada de verano, cuando en el resto del país las playas se transforman en un verdadero hormiguero con, obviamente, fervientes admiradores.
Pero esto no ocurre en Claromecó, ni en Reta ni en Orense, así como tampoco en Pehuen-Co y en otras péqueñas playitas con pueblo que forman parte del abanico que brinda la costa atlántica bonaerense antes de llegar a la gran Bahía Blanca.
El mar, la arena, la espuma, las piletitas de agua que se forman en la orilla y el temor a la “ola” están entre los elementos de la naturaleza que lograron desde chicos hacernos pensar en el mar de una manera determinada, e incluso nostálgica.
Pero también hay un importante repertorio de objetos hechos por el hombre, entre los que basta con citar algunos como la sombrilla, los autitos, el balde, la palita, el rastrillo, etc. y demás que son parte del inventario de recuerdos imborrables de las distintas generaciones que conocieron y siguen conociendo el mar.
Si bien hoy los balnearios continúan siendo los mismos (se encuentran en los mismos lugares), muchos han crecido de manera tal que la arquitectura, los proyectos urbanísticos y, por ende, la cantidad de gente que convocan, transformaron estos ámbitos de relajación en pequeñas ciudades a la vera del mar.
Sin embargo, al sur de la provincia de Buenos Aires todavía es posible viajar en el tiempo y deleitarse con estas playas de ataño donde jugar en la arena o a la orilla del mar sigue siendo lo más importante de todo.
Playas más anchas y menos concurridas, donde los cuatriciclos, 4x4 y motos parecieran respetar la prohibición de acercarse a la playa (algo que no ocurre en otros balnearios de la misma provincia), contentándose únicamente con circular por médanos y lugares alejados , pensados exclusivamente para ellos.
Ideales para disfrutar en familia y buscadas sobre todo por matrimonios con niños pequeños, estas arenas son, sin duda, una vuelta a la niñez, a la infancia, y sirven a los más grandes para inculcar vivencias que crecerán como recuerdos imborrables en las próximas generaciones de veraneantes.
Todavía existen balnearios iguales a cuando éramos chicos. Por suerte…