Barrios con tonada cordobesa

Córdoba cuenta con varios barrios, algunos extensos y otros de poca superficie. Quisimos conocer sus rasgos particulares y nos propusimos llevarnos un recuerdo de su esencia.

Desde el centro, mientras observábamos la torre Ángela, el edificio más alto de la ciudad, dejamos atrás las peatonales, galerías comerciales y shoppings para ir desgranando los perfiles barriales. Varias avenidas con sus hermosas arboledas de la clásica tipa del noroeste argentino nos condujeron hacia los destinos fijados.

La avenida Colón nos trasladó al centenario barrio Alberdi, cuna del famoso Cordobazo de mayo del `69 y, como si fuera poco, asiento del Club Atlético Belgrano, uno de los más populares clubes de fútbol. Nos impactó su arquitectura, que va desde las casas “tipo chorizo” hasta edificios que guardan su origen europeo propio de las distintas corrientes inmigratorias.

El barrio residencial Nueva Córdoba, al cual ingresamos por la avenida Hipólito Yrigoyen, nos hizo descubrir una zona marcada por un pasado de gran esplendor. Grandes mansiones, palacios, petit hotels y casonas de comienzos del siglo XX lucen parques y rejas perimetrales de estilo francés e inglés profusamente trabajadas.

Algunas son ocupadas en la actualidad por embajadas, museos y oficinas, y son parte del patrimonio de la ciudad, por lo que sus frentes no pueden ser demolidos. Se destaca el palacio Martín Ferreyra, que es hoy el Museo Superior de Bellas Artes.

“¿Te imaginás cómo habrán sido esos tiempos? Autos antiguos, gente elegante y quizá las calles fueran de tierra”, fue nuestro comentario ante semejantes residencias.

Junto a ellas, observamos altos edificios de departamentos que, ante la proximidad del campus universitario, albergan gran cantidad de estudiantes que le han dado al barrio otra fisonomía y movida.

Nos sentamos un rato en la plaza seca del complejo del Buen Pastor para esperar el momento del espectáculo de las aguas danzantes. Entre palmeras, escalinatas y fuentes, disfrutamos de doce minutos de un agradable ensamble de música y aguas que se elevan y caen sucesivamente con efectos de luces de colores.

En otro momento nos acercamos al barrio Alta Córdoba para averiguar los horarios del tren del ferrocarril Belgrano que llega a Cosquín pasando por el dique San Roque y Bialet Massé, una buena excusa para conocer las sierras de Punilla.

La avenida 24 de Setiembre nos comunicó con el barrio General Paz, de calles anchas y de estilo distinguido en sus inicios. Fuimos hacia allí entusiasmados por visitar el Fernet Club de Córdoba, un espacio donde una botella de esa mezcla de hierbas es la vedette en un espacio adonde ir a comer y disfrutar de un espectáculo de buena música.

El barrio General Paz luce con orgullo una biblioteca que ya cumplió 100 años. Su sala de cine “es lugar de encuentro y de convocatoria cultural”, según sus seguidores.

Los barrios Chateau Carreras, con su monumental estadio de fútbol; Cerro Las Rosas, con sus lindas residencias; y el San Vicente, tradicional por su importante “microcentro”, quedaron para una próxima visita.

Luego de echar una mirada por los suburbios, de regreso hacia el centro, hicimos un alto en el barrio Güemes, espacio bohemio dedicado a las artes.

Regresamos al casco céntrico, con un incesante movimiento vehicular y donde los altos edificios de arquitectura plateresca y renacentista italiana nos volvieron a deslumbrar.

Mientras recorríamos los puestos de artesanías frente al Cabildo, pensamos que Córdoba es un todo. Nos sorprendió su historia colonial, su clásica tonada “arrastrada”, el fernet y cada uno de sus coloridos barrios que cada vez extienden más la ciudad hacia las sierras.