Si bien su principal atractivo es el carnaval, sus espacios verdes, sus playas y balnearios la hacen ideal para conocer en cualquier época del año. Porque, aunque duerma el Rey Momo, su gente está bien despierta.
De arenas, playas y agua fresca
El río Gualeguaychú, con el mismo nombre que la ciudad, es el que se encarga de colorear sus costas llenándolas de embarcaciones entre las que se destacan los veleros y los remos de madera conducidos por pescadores.
El Paseo del Puerto, junto a los docks donde se guardan las carrozas del carnaval, es uno de los puntos más pintorescos de esta ciudad. Una especie de Puerto Madero entrerriano del cual, aunque usted no lo crea, el porteño copió mucho. Sobre todo, la integración de un viejo sitio a actividades cotidianas como son las caminatas o el andar en bicicleta.
Cruzando el puente que separa a Gualeguaychú de su río, es posible conocer el Parque Unzúe, que es naturalmente la frontera entre el camino hacia el Puente Internacional y la ciudad entrerriana. Continuando el camino se llega hasta el famoso balneario y camping Ñandubaysal, un tajamar de arenas blancas y limpias aguas que permiten al visitante, ahora sí, estar a orillas del hermoso río Uruguay, disfrutar del sol y realizar todo tipo de actividades recreativas y náuticas.
Con un paisaje arbolado ideal para descansar bajo la mejor sombra y junto a un parador construido por el genial uruguayo Paez Vilaró, este rincón de la ciudad nos permite encontrarnos con una naturaleza que es de las menos contaminadas de nuestro país, al menos por ahora.
Dentro de la gran ciudad
En la ciudad de Gualeguaychú existen numerosas posibilidades de realizar caminatas, trekking, aerobic, campamentos y safaris fotográficos de flora y fauna. Pero también es posible realizar paseos en veleros, en lanchas o catamaranes que salen del embarcadero local, o volar en parapente desde alguna estancia cercana.
La pesca es otra de las actividades que más se practica en el río Uruguay y en los arroyos que desaguan en su cauce principal. En la zona se pueden capturar dorados, surubíes, pejerreyes y patíes.
El Corsódromo se activa durante el mes de enero y febrero, pero es visitado por miles de turistas durante el resto del año. Allí, comparsas como O’Bahía del Club de Pescadores, Marí-Marí del Club Central Entrerriano y Ara-Yeví del Tiro Federal acuden al carnaval con sus trajes coloridos y su magia en busca de la ansiada gloria. Público de todo el país y extranjeros se dan cita para presenciar este maravilloso espectáculo.
El casco histórico y su encanto
La plaza San Martín es la plaza principal de la ciudad; allí se encuentran el monumento al Gral. San Martín, a los caídos en Malvinas, y el famoso Rincón de los Poetas, un homenaje a los hombres de letras locales.
Su catedral, bautizada “San José”, es una de las más viejas de la provincia y tiene los méritos suficientes como para iniciar una visita a su interior.
A metros se encuentra el viejo Cine Palma, hoy muy descuidado, que remite enseguida al famoso filme Cinema Paradiso, incluso por su ubicación frente a la plaza principal. La Escuela N°1 Guillermo Rawson, que se halla en la misma cuadra y que recién en 1922 se hizo mixta, continúa educando y formando valores hasta la actualidad.
Su teatro, ubicado en la calle Urquiza al 700, es un monumento al arte. Fundado en 1914, fue declarado Monumento Histórico Nacional y entre algunas de sus anécdotas figura haberlo tenido al gran Carlos Gardel sentado en sus butacas e incluso cantando en el escenario.
Pero son sus calles, sus autos viejos y casas más antiguas las que poseen una mística propia que vuelve fascinante esta ciudad. Una ciudad para caminar, así como para mirar y escuchar. Gualeguaychú, ya desde tiempos inmemoriales, es una ciudad que tiene mucho para decir. Sólo hay que saber escucharla.