Es inevitable preguntarse cuál es el secreto de ese sector del faldeo de las sierras de los Comechingones cuyo clima produce beneficios tanto a los seres humanos como a las plantas.
¿En Merlo no llueve nunca? ¿Hay buen tiempo todo el año? ¿Tienen 365 días de sol? ¿No te mata la humedad? ¿Qué podemos esperar en nuestra estadía allí? Son las primeras preguntas que surgen cuando nos comentan del microclima de esta zona puntana. Suponíamos que las respuestas a esas primeras incógnitas deberían tener respuestas científicas y que para ello tendríamos que investigar un poco.
Los antiguos pobladores atribuían al clima características especiales y no se explicaban cómo podían convivir en la vegetación de los faldeos de las sierras los cactus con los helechos. En su observación afirmaban que la variabilidad climática estaba directamente relacionada con la topografía y los movimientos de aire que ésta permite.
De todo lo oído y escuchado y de las charlas mantenidas con quienes viven desde hace años en Merlo, hemos tomado como conjeturas válidas las ofrecidas por los libros.
En principio la ciudad está entre dos cordones montañosos en un corredor climático relativamente seco. Otros factores importantes son los 800 y 900 m.s.n.m., las precipitaciones anuales no superiores a 800 mm y temperaturas medias de 20 grados.
Pero hay más. Los vientos húmedos que llegan del este y que son los que proveen de elementos contaminantes son contenidos por los 2.000 metros de altura de las sierras Comechingones y su orientación norte-sur.
Estos antiguos macizos, dada la constitución de sus rocas, despiden una carga eléctrica muy baja con ionización negativa mientras que a la vez liberan átomos de oxígeno que luego se transforman en ozono.
Todos estos factores ecológicos han sido estudiados y verificados, y ofrecen una atmósfera con excelentes proporciones de oxígeno que beneficia tanto a los seres humanos como a las plantas. La presencia de líquenes en estas últimas es una prueba de la presencia de oxígeno y la ausencia de contaminación.
El resto del fenómeno está a cargo de Febo, el sol, que influye con su carga energética de una manera reconfortante, relajante, y brinda efectos bienhechores.
No es solo un factor sino unos cuantos los que se combinan entre sí para lograr ese estado saludable que con solo respirarlo nos hizo sentir bien.
“El clima de Merlo es sanador”, es una frase que escuchamos repetidamente durante nuestra semana de estadía. Nosotros lo sentimos en nuestro propio organismo y coincidimos con esa opinión ya que nuestras pequeñas dolencias crónicas parecían haber desaparecido mágicamente. La realidad es que esas cargas positivas se sienten mientras uno permanece en Merlo y que alivian pero no curan. Es una buena excusa para quedarse unos días más, ¿no es cierto?
Los merlinos saben que solo cuidando el medio ambiente cuidarán la naturaleza pródiga de esa angosta franja pegada a la sierras. Los que visitamos Villa de Merlo le ofrecemos a nuestro cuerpo ese aire libre de polución con el que soñamos siempre.