A pesar de su crecimiento incesante, no ha perdido su estilo familiar, de tranquilidad y cuidado por el medio ambiente y en el que aún quedan calles sin asfaltar.
Al ingresar a la ciudad de Ostende desde la ruta interbalnearia, nuestra primera impresión fue que habíamos encontrado una urbanización de chalets bajos, con jardines muy cuidados y playas muy anchas y de suave declive. Es uno de los primeros asentamientos turísticos de la zona, ya que data de 1913.
Recorrimos sus calles espaciosas, sus comercios y algunos puntos de interés. La avenida Libertador la conecta con Pinamar en un ida y vuelta de poca distancia; solo se diferencia de ella por su extensión y por contar con un centro comercial más pequeño.
Durante las horas de sol pasamos por cada uno de los paradores de mar y conocimos la variedad de ofertas con que atrapan la atención de los turistas. En verano, las atracciones se basan en sus especialidades de cocina, sus recitales de música o las actividades deportivas. Tomar sol y bañarse en las frías aguas marinas son las actividades con más adeptos.
Caminando por la arena, encontramos una casa histórica, hogar de vacaciones de la familia de Arturo Frondizi, ex presidente argentino. Pequeña, de madera, La Elenita era sencilla pero con una vista directa y envidiable al horizonte marítimo.
Dejamos para el anochecer una recorrida por los locales de comercio de las diez cuadras de su Avenida Central, que remata con rotonda en uno de sus extremos y un trazado de calle en forma de abanico en el otro. Sobre la avenida Victor Hugo encontramos la iglesia parroquial Beata Laura Vicuña, de líneas austeras a la vez que modernas.
En la esquina de Cairo y Biarritz, el viejo Hotel Ostende merece una visita especial. Con su estructura edilicia clásica, representa los inicios del pueblo y es orgullo de los pobladores. Con más de cien años, el interior guarda recuerdos de sus pasajeros más representativos en tiempos en que a Ostende se llegaba en carro. Un grupo de élite porteño, algunos escritores famosos incluidos, visitaban sus salones y hasta dedicaron páginas de sus libros a este lugar emblemático de principios del siglo XX. En la actualidad cuenta con un servicio hotelero moderno.
Como gran cantidad de personas que practican este deporte saludable, las primeras horas de la mañana las dedicamos a largas caminatas por las áreas arboladas y la playa. A los tonos cambiantes de esos momentos mágicos se sumó el aroma a vegetación aún húmeda por el rocío de la noche.
Es bien sabido que las condiciones meteorológicas en la zona marítima llevan a cambiar de rumbo de un momento a otro. Pero nada impide a los veraneantes visitar este balneario exquisito de la costa atlántica argentina que tiene vida propia y encanto. Tanto se elige para hacer vida intensa como simplemente para descansar entre la playa y el apartamento.