Piezas de gran tamaño realizadas con maestría representan a aborígenes cuyas destrezas y habilidades les permitieron sobrevivir a la hostilidad de la naturaleza.
En Puerto Iguazú, el odontólogo Rodolfo Teófilo Allou ha dejado un legado artístico y cultural de magnitud. Su pasión por el tallado de la madera y a la vez por la vida de la selva paranaense le dio pie para desarrollar obras de arte. Surgió así el Museo de Imágenes de la Selva.
Allou fue autodidacta y en su taller trabajó con maderas autóctonas. Entre los personajes que vivían en las frondas, retrató a una aborigen embarazada, a las profesiones originarias y detalles de la vida de las misiones jesuíticas. Figuras de leyendas guaraníes y de animales fueron talladas por sus manos para ser recordados para siempre.
Lo recorrimos para descubrir el trabajo realizado con las herramientas adecuadas sobre las formas caprichosas de algunas raíces, lianas y maderas encontradas por el bosque. Todo el material está clasificado y exhibido con el afecto que Allou puso en cada pieza.
Algunos personajes populares como Jorge Cafrune y Horacio Quiroga, otro enamorado de la naturaleza agreste, fueron perpetuados en la madera noble con que trabajaba Allou.
En la parte exterior del museo pudimos transitar por el Sendero de la Selva, por el que nos internamos a pie entre especies nativas cuya humedad y perfume acompañaron el recorrido. Al llegar al arroyo Panambí, algunos integrantes del grupo decidieron aprovechar las aguas para un baño reconfortante. A su vez, en las cercanías del río Iguazú visitamos una capilla que también guarda tallas del mismo autor.
La personal calidad humana de Rodolfo Allou quedó plasmada en estas salas que conforman un museo dinámico y muy atractivo. En un mismo predio conviven en armonía las obras de arte y la selva tan apreciada por el artista.