El nombre del río proviene de la palabra guaraní Yguazú, «y», que quiere decir "agua" y «guasu», que significa "grande", es decir, "agua grande".
El primer europeo que registró la existencia de las cataratas fue el conquistador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca en 1542, en su travesía hacia Asunción del Paraguay. Las bautizó «saltos de Santa María». Un salto lleva su nombre, el salto Álvar Núñez.
Garganta del Diablo
La Garganta del Diablo nace en la misma línea fronteriza de Brasil y Argentina. Un paisaje imponente de caídas de agua vuelve el entorno mágico. Su forma de U permite tener una imagen perfecta de su gran vitalidad y sus 80 m de caída. La majestuosidad del paseo deja perplejo hasta al más prudente y sigiloso con sus emociones.
Cuenta la leyenda que Añá venía esparciendo sus maldades por el mundo y llegó a unas aguas mansas y frescas que le dieron resguardo y amparo mientras refrescaba su cuerpo envuelto en llamas. Pero su genio pudo más y no le alcanzó con la hospitalidad del río. Abrió su bocaza para beberse toda el agua y el río se precipitó por esa garganta violenta. Estruendos sísmicos se levantaron de las entrañas de la Tierra para empoderar la fuerza del río por sobre el fuego. El diablo quedó soterrado para siempre por las rocas que cayeron al despeñadero. Una ronquera temblorosa, espuma y niebla subieron desde la Garganta del Diablo y el río retornó a su cauce.
Explorar las Cataratas del Iguazú es un viaje a la selva indómita y salvaje, donde las leyendas guaraníes abundan para placer del asombro y la suspensión momentánea de nuestra incredulidad.
El Tren Ecológico de la Selva es el medio de transporte para llegar a la estación Garganta del Diablo, la última parada. Desde allí una pasarela de acero de 1100 m llega hasta el mirador de cómodos balcones. El paseo puede durar 2 horas. Otra opción es un viaje en lancha hasta el mismo corazón de la garganta.
Un avistaje de fauna en la inmensa biodiversidad de Garganta del Diablo pone al vencejo de cascada como el protagonista del paisaje, que anida detrás de las caídas de agua, en la propia garganta. Sus patas cortas lo ayudan a adherirse a los muros de piedra mojados.
Si es época de luna llena, una experiencia única invita a disfrutar de la belleza nocturna del parque. Todas sus sombras, movimientos, sonidos y aromas ponen las sensaciones a flor de piel y el destino final es el balcón de la Garganta del Diablo. Es una caminata interpretativa, con guía experimentado, a la luz de la luna y de las estrellas. Los paseos de luna llena son con reserva previa.
Cada evento en las Cataratas del Iguazú tiene su singularidad plena. Para llegar al parque natural, desde la ciudad de Puerto Iguazú parte el transporte público cada 20 minutos. Hay diferentes categorías de entrada, tarifa general, residentes, niños, residentes Mercosur, jubilados. Con el valor de la entrada se puede recorrer todo el parque libremente.