El camino que une Puerto Santa Cruz con las dos reservas de fauna marina se recorre por la agreste naturaleza patagónica afectada por vientos y un clima inhóspitos pero a la vez fascinantes.
Desde Puerto Santa Cruz decidimos visitar la isla Monte León y la pingüinera Estrada para tener una idea más cabal de cómo es la vida de esos imponentes mamíferos que habitan las costas del Atlántico sur.
Isla Monte León
El primero de los paseos lo planeamos a la isla Monte León, para lo cual salimos de la ciudad hacia la estancia Monte León, un antiguo y destacado establecimiento ganadero desde donde nos desviamos por un camino que nos llevaba hacia el mar.
La estepa se considera un suelo áspero, pero notamos que existe vegetación de poca altura y hasta con algunas flores pequeñas y coloridas. Entre cañadas y valles, pasamos por el Cañadón de los Guanacos, donde apreciamos unos pocos ejemplares de esa especie pastando plácidamente.
Antes de llegar a la costa, nos enfrentamos con el Monte León y pusimos toda nuestra imaginación para ver en él la figura de un león echado. El viento, el agua y el paso del tiempo moldearon la piedra hasta darle esa forma que, a su vez, ofrece su nombre al parque nacional que estábamos transitando.
Finalmente, llegamos hasta el litoral marítimo y tuvimos ante nosotros la colonia de lobos marinos de un pelo que se extendían tomando sol sobre el acantilado y la playa. Cientos de ellos habían llegado de otra lobería, la de Pico Quebrado, haciendo un alto en su vida nómade.
Junto a esas enormes moles, fuimos descubriendo bahías, la altura de los acantilados y el movimiento de la marea que cubre y descubre playas en su constante vaivén. En la bajamar es posible conocer la Olla, una gruta que el agua excavó en la piedra, que tiene una abertura en su parte alta por donde ingresa la luz natural.
Cormoranes, gaviotas cocineras, ostreros negros y biguás son parte de la gran familia de aves marinas que habitan la isla. La pesca de mar es muy apreciada, ya que se consiguen buenos tamaños de róbalos, pejerreyes y palometas.
Pingüinera Estrada
A esta colonia de pingüinos le dedicamos otro día completo de nuestras vacaciones. El trayecto por la estepa es muy similar a la experiencia anterior.
Para disfrutar plenamente de Punta Estrada, es necesario ir entre los meses de agosto y abril de cada año, ya que fuera de ese período es difícil encontrar la colonia en su esplendor. Se llega a pie por la playa pisando arena y canto rodado a la vez que se van conociendo las infinitas formas de los acantilados y “paraderos indígenas”, patrimonio histórico dela zona.
Punta Estrada es también un sitio para la buena pesca. Los pescadores consiguen allí excelentes ejemplares de róbalos, entre otras especies.
De regreso de ambas excursiones, descubrimos que esos parajes solitarios solamente lo son en cuanto a la existencia de seres humanos, pero que existe gran variedad de fauna y flora que nos hizo valorar la fortaleza de la naturaleza en estado puro.