Las costas del océano Atlántico en Argentina, y más a medida que se acercan a la Patagonia, se vuelven inhóspitas y cada vez más ventosas, por eso se valoran los lugares que sirven de refugio.
Ubicado frente al Mar Argentino, sobre la margen sur de la ría de Puerto Santa Cruz, a cuatro kilómetros y medio de la desembocadura de esta ría en el océano Atlántico, se encuentra Puerto Punta Quilla.
Perfecto refugio natural frente a grandes tormentas y tempestades, la ría de Santa Cruz es un excelente puerto natural para esta región, donde los vientos siempre son fuertes y donde contar con algún escenario natural para defenderse de las inclemencias del clima es ideal para poder manejar cualquier tipo de estrategia comercial en la zona.
Puerto Punta Quilla tiene su boca de acceso entre Punta Entrada y Punta Cascajo y sus características geográficas logran que tenga 2 kilómetros de ancho, contando con una extensión de 20 kilómetros hasta la confluencia de los ríos Santa Cruz y Chico.
Gracias a estas particularidades, Puerto Punta Quilla es un puerto capaz de satisfacer las demandas de los grandes barcos, para lo cual se ha construido este moderno muelle ideal para las actividades marítimas que en él y en sus inmediaciones se llevan a cabo todo el año.
Con una plataforma de 158 metros de longitud y 30 metros de ancho, y con un doble frente de atraque, la capacidad del puerto aumenta notablemente, una solución para buques argentinos y de todo el mundo.
Punta Quilla cuenta con todos los servicios necesarios para operar: iluminación y balizamiento, suministro de energía eléctrica, sistema contra incendios, agua potable, combustible, depósitos fiscales, plazoleta de contenedores, agencias marítimas, estibaje portuario, proveedores de alimentos y otras características que entienden quienes forman parte de las actividades portuarias y marítimas.
Su fondeadero, otro de sus fuertes, posee profundidades de hasta 26 metros, mientras que frente a la ciudad de Puerto Santa Cruz existe otro fondeadero con profundidades de hasta 9,14 metros.
Basta con tomar distancia y lograr una vista panorámica (hay barrancas o se lo puede hacer desde la ruta de acceso) para apreciar el trabajo de ingeniería llevado a cabo en el lugar, donde la mano del hombre aportó lo suyo para darle vida a estas costas.