La ciudad santacruceña presenta grandes atractivos geográficos, históricos y culturales por conocer.
Emprendimos un recorrido interesante y prometedor. Visitamos el área costera de Santa Cruz y las ciudades-puerto que se encuentran emplazadas en la extensa franja del litoral Atlántico. Allí dimos cuenta de la existencia de una naturaleza prístina en una marcada adversidad y de un interés histórico muy importante.
Fue así que recorrimos planicies casi inabarcables, que ofrecen muy poca vegetación y en las que pudimos encontrar coirones, ovejas, guanacos, atardeceres naranjas en las rías. Claro que el paisaje cambia completamente en la zona de alta montaña, porque allí pudimos apreciar los famosos glaciares, bosques y picos nevados.
Ubicada al sur de Comodoro Rivadavia, Río Gallegos es la ciudad que contiene mayor población. La cantidad de habitantes casi iguala en número a la totalidad de los de la provincia de Tierra del Fuego. Es un punto geográfico y turístico muy importante en el sur argentino.
Para recorrer la ciudad propiamente dicha, partimos con un andar liviano desde la avenida Costanera. Disfrutamos la ría mediante la cual el río Gallegos deposita sus aguas en el mar. Pudimos reconocer una hermosa parquización que se complementa con la presencia de bellísimas aves marinas que merodean por la costa en busca de alimento: cormoranes, albatros y gaviotas.
En la calle Piedrabuena 50 encontramos el monumento histórico nacional Balcón de Roca. Desde ese lugar, en 1899 el entonces presidente Julio A. Roca se dirigió a la población luego de un histórico encuentro binacional de integración que se había realizado en la localidad de Punta Arenas.
Continuamos caminando pausadamente hacia la calle Alcorta; en tan sólo 200 metros encontramos la Casa de Gobierno, la Residencia del Gobernador, la Legislatura y los museos Casa de Gregores y Naval.
El Museo de los Pioneros es otro de los lugares dignos de recorrer. La institución exhibe elementos cotidianos de los primeros pobladores de la ciudad: mobiliario, cardadora manual de lana, lavarropas, el plano original de la ciudad que data de 1886 y muchas cosas más.
La iglesia catedral, clásico exponente de la tendencia arquitectónica de la época, es otro de los maravillosos edificios históricos de Río Gallegos. Su construcción data del año 1900 y fue realizada con madera y chapa. Fue declarada monumento histórico nacional en el año 1985.
Otras alternativas en la ciudad
En los 198 kilómetros del río Gallegos, el viento y el frío son un desafío a vencer para los amantes de la pesca. Sin embargo, las famosas truchas marrones de seis kilos de promedio son una tentación irresistible.
En nuestro recorrido realizamos una salida altamente recomendable: viajamos hasta Cabo Vírgenes para asomarnos al extremo sur continental argentino. En ese punto se realizó la primera fundación de la Patagonia, también fue un centro de lavadores de oro y actualmente los pingüinos son los dueños absolutos e indiscutibles del horizonte.
Para llegar hasta allí, recorrimos 133 kilómetros de ida por caminos de ripio. Muy precavidos, cargamos el tanque del auto previamente y compramos varios alimentos. Tomamos la ruta nacional Nº 3 hacia el sur y tras recorrer 16 kilómetros continuamos por el desvío a la ruta provincial Nº 1 a la izquierda, que lleva a Cabo Vírgenes. Seguimos al sur hasta el kilómetro 90 (hay un control de Gendarmería Nacional) y luego tomamos la bifurcación hacia la derecha que lleva a la estancia Monte Dinero, ubicada casi sobre el límite internacional.
Actualmente, la estancia es un modelo de cría ovina. La quinta generación de dueños decidió abrir el establecimiento al turismo. La historia se entremezcla con las motos, los perros kelpie traídos de Australia y la raza “corino”, mezcla de corriedale y merino.
Seguimos camino y, tras atravesar 13 kilómetros de ripio, llegamos finalmente al Cabo Vírgenes. Se trata de un lugar sumamente solitario en donde sólo habitan los esqueletos de la “fiebre del oro” producida en 1876/85 tras el naufragio de un barco francés y el hallazgo de oro en las arenas del lugar.
En el extremo sur, pudimos ver el faro argentino de Cabo Vírgenes, de 26,5 metros de altura, en funcionamiento desde el año 1904 y con un alcance lumínico de 44 kilómetros. Muchos recomiendan subir por la centenaria escalera caracol para ver el inhóspito paisaje.
Luego, fuimos a una acogedora casa de té atendida por los dueños de la estancia, con vista al estrecho de Magallanes, que sin dudas fue el refugio ideal para contemplar el final del continente.
Allí descansamos y llegamos a la conclusión de que Río Gallegos tiene una gran cantidad de posibilidades si de disfrutar se trata: pesca deportiva, estancias abiertas al turismo, aves marinas, faros, leyendas.