En las localidades del noroeste argentino (NOA), y específicamente en las provincias de Salta y Jujuy, en febrero y marzo se celebra el Carnaval, fiesta tradicional de la que participan todos.
A lo largo de la quebrada de Humahuaca, en cada una de las poblaciones y especialmente en el pueblo
salteño de
San Antonio de los Cobres el protagonista es el
Carnaval. Se rinde culto a la madre tierra (Pachamama), al sol y la lluvia que fecundan las semillas en el suelo árido. Durante los días que median entre el desentierro y el entierro del Carnaval, los festejos son interminables. Para entender su idiosincrasia, es necesario conocer algo de las costumbres y ritos milenarios de los pueblos originarios y sus descendientes.
Tilcara,
Humahuaca y
Purmamarca comparten esta creencia y las calles son el centro de las celebraciones y los bailes populares. San Antonio de los Cobres, una de las localidades más altas de la puna, centraliza la festividad. Funcione o no el
Tren de las Nubes, todo el mundo llega en vehículos de montaña o a lomo de mula. Trajes coloridos, disfraces, máscaras, encuentro de copleros y cajeros y las comparsas forman parte de los hábitos ancestrales. Para quienes llegan para compartir la fiesta no faltan los platos regionales a base de cordero y llama y, para beber, la chicha.
Coincidente con el tiempo de las lluvias de verano, el agua caída es tomada como una bendición y mojarse es como un bautismo de fe de buenas cosechas; enharinarse es parte del juego. Esos días, se dice, el Diablo está suelto y todo es descontrol y alegría; todo está permitido, hasta dejar de trabajar.