A lo largo de la quebrada de Humahuaca, en cada una de las poblaciones y especialmente en el pueblo salteño de San Antonio de los Cobres el protagonista es el Carnaval. Se rinde culto a la madre tierra (Pachamama), al sol y la lluvia que fecundan las semillas en el suelo árido.
Durante los días que median entre el desentierro y el entierro del Carnaval, los festejos son interminables. Para entender su idiosincrasia, es necesario conocer algo de las costumbres y ritos milenarios de los pueblos originarios y sus descendientes.
Tilcara, Humahuaca y Purmamarca comparten esta creencia y las calles son el centro de las celebraciones y los bailes populares. San Antonio de los Cobres, una de las localidades más altas de la puna, centraliza la festividad. Funcione o no el Tren de las Nubes, todo el mundo llega en vehículos de montaña o a lomo de mula. Trajes coloridos, disfraces, máscaras, encuentro de copleros y cajeros y las comparsas forman parte de los hábitos ancestrales. Para quienes llegan para compartir la fiesta no faltan los platos regionales a base de cordero y llama y, para beber, la chicha.