San Antonio de los Cobres y el Tren de las Nubes

Cuando se llega a las nubes

Existe un pequeño pueblo de altura que se ha hecho famoso por la llegada de un tren. Sin embargo, el lugar también posee vida propia cuando el tren, por diversos motivos, no se hace presente.

San Antonio de los Cobres, además de ser bautizado como la capital de la Puna, posee, como todo poblado del norte argentino, su escuela, su iglesia, sus hospedajes, restaurantes y, por supuesto, sus minas y mineros que representan la actividad principal de la zona, dándole color y sonido propios al pueblo.

Quizá por ello, a diferencia de lo que piensa la mayoría, cuando el tren llega al pueblo, este se transforma. Y muchas veces esta transformación no es para bien.

La llegada de los turistas y visitantes hace que los artesanos, en su mayoría mujeres ya que los hombres se dedican a la explotación minera, ofrezcan a los recién llegados sus productos.

Los tejidos del norte argentino son una costumbre ancestral que se trasmite de generación en generación. La lana de llama o de oveja representa la materia prima protagonista en cada uno de los telares y tejidos de variados colores que estas damas ofrecen.

San Antonio de los Cobres es famoso por sus tejidos: medias, gorros, guantes, ruanas, pulóveres, mantas y frazadas, hechos en telares así como también mediante agujas hechas incluso de grandes cardones o cactus o con la madera de un pequeño arbusto de la zona que evita los pinchazos y lastimaduras.

Pero también ocurre cuando llega el tren que los niños y niñas saben que los turistas llegan con dinero y que muchas veces las monedas o regalos se consiguen con solo pedirlas. Esto genera que la mayoría no concurra a la escuela y se dedique a pedir, para luego gastarlo en los frutos de la modernidad: los cyber del pueblo que, como el mundo se ha globalizado, han llegado también a la puna.


Cuando el tren no llega

Los miles de obreros que inauguraron, heróicos, el Tren de las Nubes y estas fantásticas obras de ingeniería y ferrovía durante el año 1921 estaban alentados por la hazaña que representaba la obra pero, por sobre todo, por los salarios que cobraban, superiores al pago normal de aquella época.

Estos salarios eran alentados por la Nación Argentina, en esos momentos en manos de la presidencia de Hipólito Irigoyen.

La única salida para que el norte argentino dejara de ser pobre era comunicarlo no sólo con el resto del país, sino también con el vecino Chile, para así sacar sus materias primas y metales al extranjero. Por ello había que invertir en comunicaciones y el tren era una de ellas. El tiempo no favoreció el desarrollo ferroviario pero sus vías fueron recicladas para el desarrollo del turismo que es hoy uno de los principales protagonistas de la economía de la región.

San Antonio de los Cobres merece conocerse de todos modos y sobran las excursiones que comercializan el destino turístico.

Basta con caminar sus calles y observar a sus pobladores más viejos mascar hojas de coca o ver a los más chicos jugar en las varias escuelas que se hallan distribuidas por todo el pueblo. Subir a la cima de alguno de los cerros que rodean a la ciudad es una forma de observar el pueblo desde lo más alto. Conversar sobre la época de lluvias o sobre la explotación minera o comer el plato preferido de los locales, la llama en cualquiera de sus variantes, son otras de las formas de acercarse a las costumbres y rutinas de los locales.

Lo es también asistir a misa en las primeras horas, momento en que se reúne la mayoría de los habitantes de San Antonio antes de comenzar el día. Tradiciones que permiten día a día mostrar a los visitantes que el pueblo está vivo y que merece visitarse, pase o no pase el famoso tren.