Un espacio donde la tecnología de última generación utilizada en los viñedos y el proceso de elaboración del vino convive y se complementa con las actividades al aire libre.
Al ingresar a Algodón Wine Estates, nos sorprendió la gran distancia que tuvimos que recorrer por un camino interno con cultivos de vid a ambos lados hasta alcanzar la bodega. Como fondo se alzaba la Sierra Pintada y un sector de la cordillera de los Andes.
Nos esperaba Diego Coll Benegas, su director de Desarrollo y Turismo, quien luego de una excelente acogida nos acompañó a conocer las instalaciones. Nos subimos a un vehículo que funcionaba a batería y, bajo su elegante toldo, nos sentimos niños por un rato.
A paso de hombre, durante la charla fuimos conociendo las diversas actividades que se desarrollan en el predio, apoyadas hoy por un grupo de empresarios argentinos y norteamericanos. También nos ofreció una historia digna de ser contada.
Originalmente, la familia de Ricardo Jurado, conocido por su condición de jugador afamado de golf, llegó desde Buenos Aires, se interesó por esos campos y se instaló allí para siempre.
Enamorados del entorno
Sus amigos bodegueros locales apoyaron con entusiasmo el proyecto de organizar la primera cancha de golf de San Rafael. Así nacieron los primeros 9 hoyos. Ya no había que viajar a otras latitudes para despuntar el vicio de ese juego apasionante.
Paralelamente, aprovechando las bondades de la tierra mendocina, realizaron actividades agropecuarias y plantaron viñedos, variedades bonarda y malbec.
Al fallecer el señor Ricardo Jurado, la finca quedó en manos de su hijo de igual nombre.
Emprendedor y apasionado como su padre, en el año 2002 decidió cerrar el ciclo productivo: mejorar los viejos viñedos y abrir su propia bodega con el ánimo de producir vinos de alta gama.
En el año 2005 se inauguró la cancha de golf y pasó a llamarse Viñas del Golf. La casa principal se convirtió en alojamiento, se remodeló la bodega, se construyó un restaurante y comenzó un proyecto eno-turístico.
Se puede decir que la bodega y la cancha de golf tienen vidas paralelas. Tanto sanrafaelinos como visitantes de paso disfrutan de este espacio para el swing y el tercer tiempo deportivo en el cómodo club house y restó anexos.
Seguimos por el sendero y, al pasar por la cancha de práctica, vimos a unos jóvenes que tomaban clases de golf junto a un profesor. Muy cerca, plantas de olivos de 70 años de edad cobijaban a otros jugadores del implacable sol sanrafaelino.
Dejando la estepa atrás
Varias lagunas agregaron interés al paisaje y supimos que servían de reserva de agua para riego y consumo propio. También se utilizan energías renovables para no contaminar el ambiente.
Actualmente, el lodge puede alojar hasta 18 personas. Se ha revalorizado el material original de la casa de adobe con techos de caña y chimeneas, y se le han sumando servicios de confort. Nos pareció un lugar ideal para aprovechar la naturaleza, la tranquilidad y “amigarse” con los palos de golf.
Hicimos una parada y nos acercamos a los viñedos. Como parte del mejoramiento de las vides, se realizaron injertos para conseguir nuevas plantas que toman agua y nutrientes desde la raíz original. A su vez, los viñedos estaban cubiertos por protectores para evitar el castigo del granizo.
Finalmente, divisamos dos enormes barricas que custodiaban la entrada de la bodega. Ingresamos a una sala muy confortable, donde habitualmente se realizan las degustaciones y las reuniones de cata.
En el sector de control de calidad conocimos a su enólogo, Mauro Noscenso. Nos dijo: “Soy el responsable de interpretar el gusto de los consumidores de nuestros vinos. Mi trabajo se inicia con el control de maduración de las uvas junto al ingeniero agrónomo; concluye con la degustación”.
Tiempos de vendimia
Mauro nos habló del proceso desde la llegada de la uva, las etapas posteriores con controles de laboratorio, hasta la comercialización. Cada año, febrero y marzo son los meses de mayor trabajo: fermentación, controles, separación de procesos de vinos blancos y tintos. Después, pasamos a la cava, con sus sectores de estiba y de barricas.
La bodega se especializa en vinos boutique, que exporta en forma mayoritaria a EE.UU. e Inglaterra. Bonarda y malbec son las cepas insignia premium y pasan 12 meses en barrica. Las líneas varietales tienen seis meses de guarda. En forma paralela, sostienen una pequeña industria artesanal de aceite de oliva de la variedad arauco.
Aprendimos algo más sobre vinos de calidad y, si bien no jugamos al golf, sentimos que allí todo estaba pensado para que la naturaleza se adueñara de nuestro cuerpo. Observamos además que las montañas en el horizonte no agobiaban, sólo parecían protegernos.