A la hora de almorzar o cenar, Santa Rosa de Calamuchita posee verdaderos paraísos para quien la visita por primera vez. Platos típicos o cocina de autor, que hay distintas alternativas a la hora de elegir. Un verdadero menú para los más exigentes.
En los últimos años, la cocina de Santa Rosa de Calamuchita se ha embellecido de tal forma que no es exagerado decir que es una de las mejores del país. Incluso ha incorporado a sus típicos platos regionales distintas recetas criollas e indígenas que fueron recuperadas con productos propios de la zona. En esta nota les proponemos un recorrido para entender de qué estamos hablando y para reivindicar a quienes todos los días, desde sus restaurantes, intentan mantener estos clásicos sabores y presentarnos nuevas propuestas.
La Vaquita, un lugar cercano al Paraíso
Desde el año 2000, este pequeño restaurante abrió sus puertas para dar de comer a tan solo treinta comensales, ya que esa es para sus dueños la cantidad exacta de personas que pueden atender sin dejar de brindar excelencia en el servicio. Y vaya si lo logran. Su estética, tanto por fuera como por dentro, es la típica de un almacén de campo, pero basta entrar para observar la variedad indescriptible en quesos, fiambres, dulces y embutidos caseros, todos de la zona.
Una muy variada vinoteca con vinos de todas las regiones del país es acompañada por los consejos de un experto sommelier de la casa que ayuda a los comensales a elegir el vino para cada situación y momento.
Pero lo que más llama la atención, y sin dudas hace único el lugar, es la variedad y calidad con la que son elaborados los distintos platos, todos a la vista. Entradas de fiambres y muzarellas imposibles de explicar con palabras. Carnes de vaca, pollo, cerdo y conejo combinadas con hongos y salsas de la zona. Pastas amasadas en el momento en que el cliente las pide. Ni hablar de los postres.
Una empresa familiar que tomó vuelo y aún hoy conserva su esencia. A la altura de los mejores restaurantes del país.
La Pulpería de los Ferreyra, un clásico de Santa Rosa
Un viejo eslogan sintetiza este lugar en el que la cocina tradicional y regional se gana los aplausos del más exigente: “Esta Pulpería fue mi sueño. En ella puse mis amores: amor de esposo, de padre, de hermano y de amigo. Siempre serán bienvenidos los que traspasen su puerta. Cuide usted de no cerrarla, pues yo la mantengo abierta”.
La Pulpería de los Ferreyra está ubicada frente a la Capilla Vieja, en pleno centro de la ciudad. En el año 1992 cobró vida este espacio gastronómico donde han pasado los años pero donde la voluntad y el compromiso de sus dueños por deleitar a sus comensales se mantienen intactos. La belleza de su arquitectura, de su patio y de las galerías que rodean el imponente restorán invitan a la reunión de familia y amigos en placenteras sobremesas.
Su especial decoración, la vestimenta gauchesca de sus mozos y el folclore que es la música que ambienta el lugar muestran que la Pulpería de los Ferreyra es un verdadero templo de la tradición argentina.
La comida es excelente: locro, humita, empanadas, parrillada, cabrito, trucha, pacú, pastas caseras y el puchero criollo son algunas de las especialidades, que se acompañan con una selecta bodega con los mejores vinos del país e incluso con afamadas etiquetas internacionales.
El Águila, un lugar con vista propia
A escasos metros de uno de los accesos a la ciudad de Santa Rosa de Calamuchita se encuentra este restaurante exclusivo llamado El Águila, cuyo nombre tiene mucho que ver con la geografía donde está ubicado y desde la cual se logra una de las mejores vistas al cerro Champaquí, custodio de toda la comarca de la ciudad de Santa Rosa de Calamuchita.
Elegido para almorzar o cenar con amigos, las tablas de quesos y fiambres elaboradas con productos de la zona resultan ideales para acompañar con una típica fondue de queso suizo, que es una de las especialidades del lugar y que junto a las cervezas artesanales logran hacer sentir al visitante en un lugar distinto y selecto.
La vista panorámica que se tiene desde aquí de toda la ciudad es sencillamente indescriptible y es una excusa más para prolongar el encuentro.