Miradores de la Península de Quetrihue

Un sendero bien marcado dentro del Parque Nacional y con todas las medidas de seguridad y confort para que disfrutemos de la caminata.

Villa La Angostura ofrece la posibilidad de acceder a puntos panorámicos elevados que permiten apreciar el entorno en toda su belleza y magnitud. Sobre la península de Quetrihué, muy cerca del puerto, nos esperaban tres miradores que, con un pequeño esfuerzo, nos ofrecieron una vista esplendida del lago Nahuel Huapi y de la ciudad.

Partimos del área donde atracaban los catamaranes para realizar su recorrido hacia la isla Victoria y el bosque de arrayanes. Una enorme arcada de madera nos mostró el camino que, luego de 12 kilómetros de bicicleta o trekking, llegaba hasta el Parque Nacional Arrayanes.

Usando el mismo sendero encontraríamos dos miradores con vista sobre la Bahía Mansa y la zona residencial de la villa y un tercero, hacia Bahía Brava y su zona de playa.

Decidimos realizar la caminata por la mañana temprano. Aún no se había disipado esa bruma que en algunos momentos del año es habitual que cubra el espejo de agua. Luego, esa nube suave y casi trasparente fue abandonando la superficie del lago hasta desaparecer y una leve brisa le dio un movimiento suave al agua, como acariciándola.

  • Lago Nahuel Huapi

    Lago Nahuel Huapi

  • Una enorme pared de piedra

    Una enorme pared de piedra

  • Bahía Mansa

    Bahía Mansa

  • Espléndida vista del lago

    Espléndida vista del lago

  • Bahía Brava

    Bahía Brava

De vez en cuando algún pato surcaba las aguas dejando una estela suave pero visible desde lo alto. Eso agregó magia a la trepada que, en su inicio, significó algo de esfuerzo.

El lugar de paso era ancho, con barandas y escalones “extra” hechos de madera para nuestra seguridad y comodidad. A la izquierda, el lago inmenso y a la derecha, una pared de piedra muy alta. Respiramos de forma profunda y repetidamente para permitir el cambio de aire en nuestros pulmones.

Así llegamos al primer mirador y cumplimos el deseo de ver la villa desde lejos. Un gran bosque acompañaba la zona de playa y, en su interior, hermosas residencias con vista al lago. Por delante, el enigmático lago Nahuel Huapi con sus islas aquí y allá. Al frente y a lo alto, el cerro Bayo con sus estribaciones.

Aprovechamos para fotografiarnos una y otra vez con distintos fondos; eso nos permitiría luego recordar cada uno de esos puntos de los que disfrutábamos. Como la famosa residencia El Messidor, propiedad de la gobernación de la provincia del Neuquén.

Gracias a un cartel del Parque Nacional, descubrimos que había un sendero muy angosto y espeso que nos llevaría al otro lado de la península y, por ende, al mirador sobre la bahía Brava. Al tomarlo, tuvimos ocasión de vivir por dentro el bosque patagónico.

La brisa inicial fue cambiando por un viento suave que hizo que se mecieran las ramas altas de los árboles. Ese sonido nos acompañó en la caminata.

A poco de andar, percibimos la luz que llegaba del extremo del sendero. Era otra vez la costa del lago, sobre la playa Brava. El último tramo nos tenía reservada una trepada importante y agregamos fuerza a nuestras piernas para llegar hasta el mirador de madera.


Con el último esfuerzo, llegamos

Confirmamos que el tercer mirador era el más ventoso de los tres y había una explicación: enfrentábamos el oeste, punto donde nacen los vientos patagónicos. Casi sin aliento, nos miramos, observamos el entorno y surgió espontáneamente el comentario: ¡valió la pena! El paisaje era imperdible.

Bajamos eligiendo los peldaños. “¡Hola, qué bonito! ¿Falta mucho para el mirador?”, unos jóvenes alemanes que ya habían aprendido algo de nuestro idioma saludaron entusiasmados.

Con la vista puesta en el lago, observamos las diferencias de tonalidad. Cuanto más profundo era, más oscuro; verde esmeralda en la zona de playas. Desde lejos pudimos apreciar un grupo de personas que subían al catamarán de excursión. Parecían pequeños puntos de color en esa inmensidad.

Poco a poco, a medida que llegábamos al llano, el sonido del puerto y de la zona aledaña nos fue devolviendo a la vida de la ciudad que habíamos elegido para nuestras vacaciones.

Autor Mónica Pons Fotografo Eduardo Epifanio

DificultadDificultad: Media, dada la pendiente del terreno en varios tramos de la excursión.

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