El circuito Pehuenia es una sucesión de paisajes sorprendentes con bosques de araucarias, cascadas y espejos de agua de tonos verdes y azules. Además, nos permite pernoctar en instalaciones fantásticas, como la de Ñorquinco.
El camino es de ripio y lo realizamos con tiempo, con paradas para descansar y disfrutar del paisaje. En paralelo al río Pulmarí, fuimos descubriendo los cambios de la vegetación, más tupida cuanto más se avanza hacia el oeste. Después de hacer un alto en el lago Pulmarí, encontramos finalmente el lago Ñorquinco y su ecocamping en el extremo norte del parque nacional Lanín.
Vida sana
El fuerte sol cordillerano nos hizo buscar amparo bajo unos árboles para almorzar lo que llevábamos en una canasta de picnic. Luego, acostados de espaldas en las orillas del lago, dejamos que el sonido del agua nos incitara a dormir una siesta.
Más tarde decidimos realizar una caminata hasta unas pequeñas cascadas y arroyos que llevan su caudal al lago, junto a bosques de gran variedad de especies. El murmullo de las ramas mecidas por el viento hizo del lugar algo inolvidable.
Conocimos entonces a Aldo, alma mater del camping: su conocimiento y laboriosidad permiten aprovechar los recursos que brindan los elementos naturales. Él es el encargado de la “bioconstrucción”. “¿Qué es eso?”, le preguntamos. “Acompáñenme y lo entenderán”, con esa invitación seguimos sus pasos hasta una obra de adobe a medio terminar. Nos quedó claro cómo la paja se mezcla con el barro formando paredes y techos indestructibles, que se convierten en una hermosa casa a partir de elementos del lugar.