En las afueras de Bariloche, el refugio del Club Andino Dr. Juan Neumeyer nos ofrece la posibilidad de acceder a diferentes paseos a través de la montaña, que conducen a rincones inolvidables.
Queríamos adentrarnos en la montaña y recorrer algunos de los paisajes vírgenes que la zona de San Carlos de Bariloche tiene para ofrecer. Con esto en mente, emprendimos el camino al refugio del Club Andino Dr. Juan Neumeyer, para desde ahí alcanzar miradores, lagunas y arroyos del Valle del Challhuaco.
El refugio se encuentra dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, a solo 18 kilómetros de la ciudad. El que lo desee puede acceder a él de forma independiente, pero nosotros preferimos contratar los servicios de una agencia de turismo para que un vehículo cuatro por cuatro nos pasara a buscar y nos alcanzara a destino.
Las maravillas empezaban ya con el viaje: a medida que avanzábamos pudimos ver la cadena montañosa que rodea la ciudad, de la cual forman parte el cerro Catedral, el Otto, Ventana, Ñireco y Carlón.
Mientras, nuestro guía nos fue aportando información sobre lo que veíamos y nos explicó, por ejemplo, que “Challhuaco” significa en mapuche “aguas de buena pesca”. Nos comentó que en verano el refugio es ideal para realizar (además de las caminatas) actividades como mountain bike, rafting y escalada. En invierno, se puede practicar esquí de fondo, de travesía y fuera de pista, y también paseos con raquetas de nieve y trineo.
Cuando llegamos al refugio Neumeyer, nos esperaba un desayuno pensado para cargar energías. Pero antes de salir a recorrer, visitamos las instalaciones. El refugio cuenta con calefacción a leña, cocina, luz, baños y todo lo necesario para acomodar hasta 45 personas que decidan pasar allí la noche. Cuenta además con espacios de esparcimiento, instrumentos musicales y una biblioteca.
Desde el refugio, hay ocho posibilidades de paseos con distintos puntos de interés y diferentes duraciones. Son el Valle del Challhuaco, que incluye vistas panorámicas; Valle de los Perdidos, un sendero de interpretación botánica; Laguna Verde y mirador Pedregoso, con vista panorámica; Mirador del Ñirihuau y Ventana, un sendero con flora andina; el cerro Challhuaco; desde la laguna hasta los puentes Mellizos; del arroyo Tristeza hasta la casilla de guardaparque, ideal para realizar en bicicleta; y el arroyo Botella.
En el refugio se ofrecen folletos muy bien señalizados para recorrer la zona o, si uno prefiere, se puede solicitar la asistencia de un guía, que aportará más información al paseo. Cualquier de estos senderos es interesante y tiene mucho para ofrecer, aunque se debe prestar atención a sus diferentes duraciones.
Se recomienda siempre caminar por los senderos trazados y no cortar flores, plantas y bayas. Todo residuo debe ser trasladado de nuevo al refugio. Es importante también respetar el silencio del bosque, para no perturbar las criaturas que viven en él y a los demás visitantes.
A 1.900 m.s.n.m., en el cerro Challhuaco, pudimos conocer un ecosistema alto andino, que se nos mostró con toda su agreste rigurosidad. Al caminar por el Valle de los Perdidos, experimentamos de cerca la variedad de los ecosistemas andino, de estepa y bosque.
Lo más recomendable es realizar una caminata por la mañana y después regresar al refugio para almorzar. La comida casera y un descanso nos preparan para seguir recorriendo. Nosotros alcanzamos a hacer dos paseos en el día, pero quien lo desee puede elegir pasar la noche en el refugio y aprovechar el día siguiente desde muy temprano.
Después de unos riquísimos panqueques con dulce de leche, llegó la hora de emprender el regreso. Apenados por tener que volver sin haber agotado todas las posibilidades que ofrecía el lugar, subimos a la cuatro por cuatro planeando ya nuestra próxima visita al refugio.