Hace casi 300 años, los ríos ingleses eran el mejor medio de comunicación en comparación con el caballo y los carros. En aquella época, se prefería este medio ya que los caminos se tornaban intransitables cuando llovía. Y había meses e incluso estaciones en que esto ocurría todo el tiempo.
A principios del siglo XVIII, cuando Inglaterra contaba con apenas seis millones de habitantes, no menos de 400 mil “watermen” se ganaban la vida en los ríos cercanos a la ciudad.
Naturalmente, ello fue creando un clima de competencia en el río que se traslucía en excedentes económicos: los recorridos rápidos se pagaban muy bien y así surgieron competiciones entre los diferentes remeros para ver quién se quedaba con las mejores pagas.
Así surgieron las primeras regatas, acompañadas de fuertes apuestas a favor de uno u otro remero. Relación natural que se dio entre el surgimiento de los primeros deportes y del juego de azar.
En 1775, se disputó en Ranelagh (Inglaterra) la regata más antigua de la que se tenga registro. Sin embargo, hubo que esperar hasta el año 1829 para que se disputará oficialmente la primera de ellas, entre las universidades de Oxford y Cambridge, ante más de 20.000 espectadores.
La aparición de clubes, asociaciones y sociedades provocó la creación de federaciones de remo nacionales y luego internacionales, que aportarían al deporte códigos propios y universales.
Hoy Tigre es la cuna del remo argentino.
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