El Nevado de Acay da origen a un pequeño hilo de agua que se va convirtiendo en río a medida que avanza. Arrastra a su paso distintos nombres. Luego de 3000 kilómetros, desemboca en el Río de la Plata.
Nevado de Acay
El Nevado de Acay posee una altura de casi 5800 metros sobre el nivel del mar. Nace en el límite entre los departamentos de Rosario de Lerma y la Poma, formando parte de los cordones más occidentales de la cordillera Oriental. Separa dos regiones bien diferenciadas, la Puna hacia el oeste, y la cordillera Oriental hacia el este.
Su cumbre prácticamente se encuentra nevada todo el año.
Los lugareños veneran a esta montaña, de la que se cuentan relatos y leyendas que incluyen la presencia de fabulosos tesoros escondidos por los Incas que están a punto de descubrirse.
Son los deshielos y las lluvias del verano las que aumentan el nivel de los ríos que nacen de sus montañas. Uno de ellos tendrá un recorrido llamativo y casi interminable, cuya historia merece ser contada.
Río Calchaquí
El río Calchaquí tiene sus nacientes en el Nevado de Acay y recibe por la derecha al río Lurucatao y aguas abajo al río Tiopampa. Su principal afluente de izquierda es el río Amblayo.
A medida que avanza en su recorrido, numerosos ríos de caudal variable alimentan las aguas del Calchaquí. Los afluentes aportan sus aguas coloridas que provienen de los valles Calchaquíes. Los arroyos de aguas cristalinas bajan serpenteando los cerros occidentales para luego, aguas abajo introducirse en La Quebrada de Guachipas o las Conchas. Allí, se convierte en el río de las Conchas hasta desembocar y dar vida al dique General Belgrano, más conocido como dique Cabra Corral, a sólo 80 kilómetros de la ciudad de Salta.
Dique Cabra Corral
Casi a finales de los 70, y luego de más de una década de su construcción, se levantó la presa General Belgrano: el complejo hidroeléctrico más conocido como Cabra Corral. El nombre del dique fue producto de un error en la traducción al castellano. La empresa norteamericana encargada de los relevamientos topográficos de la futura obra colocaba en sus carpetas de trabajo el título de "Cabra corral" en vez de "Corral de cabras". Pero el pequeño error sonaba tan bien que rápidamente los salteños lo adoptarían como propio.
El dique presenta la forma de una Y, y posee una superficie de 120 kilómetros cuadrados plagados de pejerreyes de todos los tamaños. Quizás por ello, la pesca en balsas con faroles de noche es una atracción para casi todos los habitantes de los alrededores.
Su construcción tuvo como objetivo ser un verdadero oasis para las provincias de Salta y Santiago del Estero, tanto en lo que hace al agua como a la distribución de energía
eléctrica.
La presa tiene una altura de 100 metros que, combinada con los materiales de la zona que se utilizaron en su construcción, la vuelven antisísmica. Distintas capas de tierra y roca compactada hasta terminar con canto rodado grueso (piedras grandes) del lado del dique y canto rodado fino del lado del río Juramento, posibilitan que siga en pie. Como todo embalse, requirió la construcción de otros compensadores para regular las crecientes del río Juramento. Ellos son: Miraflores y El Tunal.
El río Juramento
Al costado de la presa, hacia el sur, se encuentra el aliviadero del dique, que tiene la forma de un gran tobogán y que comienza a funcionar cuando el agua llega a su cota máxima, alrededor de los 1000 metros.
El primer tramo del Juramento es ideal para la practica del rafting. Aquí, los rápidos ganan y pierden intensidad según la apertura de las compuertas del dique. El recorrido para estas bajadas dura aproximadamente 10 kilómetros. Los primeros rápidos son de dificultad moderada para luego pasar a grado 2 y 3, lo que en el ambiente del rafting significa bastante bravo. Las aguas se aceleran notablemente y hay que esquivar grandes piedras y paredes de granito que caen hacia el río, aportándole un colorido que parece haber sido pintado a mano.
Luego, este curso al que también en los mapas se lo llama Pasaje, alimenta pequeños diques, entre los que se destaca El Tunal, un sitio ideal para la pesca de pejerreyes. A partir de allí, el Juramento comienza un recorrido laberíntico cuyo principal protagonista son los grandes dorados que han llegado hasta aquí desde la cuenca del río Paraná.
Aquí, las flotadas en balsas en busca del dorado son el atractivo principal de la zona, dando vida a pequeños pueblos casi olvidados en el tiempo, que van acompañando al río y a la ruta provincial 16, hasta que se introduce en la vecina provincia de Santiago del Estero.
Las aguas siguen bajando
Quién diría que este río que nace en las montañas, que luego se vuelve loco y atropella todo lo que se presenta a su paso, que se interna en el corazón de la selva salteña y que luego encuentra la paz con el nombre de río Dulce, no era más que un pequeño hilo de agua al principio.
Quién diría también que luego de este pacífico y adormecido recorrido por tierra santiagueña, nuevamente le cambiarán el nombre y será rebautizado como Salado del Norte, internándose así en la provincia de Santa Fe para llegar finalmente a unir sus aguas con algunos bañados del río Paraná.
Paraná que aguas abajo deja sus sedimentos formando un delta que pareciera ser interminable, hasta encontrarse con el anchísimo Río de la Plata. “El Río Color de León”, como lo bautizo Jorge Luis Borges.