Cerámica en La Yesera

A tan sólo 20 kilómetros de Cafayate existe un taller de cerámica al aire libre. Se ubica en el paraje La Yesera y nos permite introducirnos en la cerámica regional del norte argentino.


¿Qué más se puede ver?

A esta altura, la ruta 68 presenta una vista espléndida. Faltan escasos kilómetros para llegar hasta los médanos de la vitivinícola Cafayate y ya hemos dejado atrás lugares increíbles creados por la erosión del viento y del agua, junto con alguna fuerza sobrenatural, para el deleite de nuestros ojos.

Lo cierto es que, a medida que avanzamos, se van sucediendo distintos accidentes geográficos.

Nadie imagina que durante casi toda su vida, Roberto Duran se ha dedicado junto a su familia a la cría de cabras y llamas, pero por sobre todas las actividades, a la producción artesanal de cerámicas al aire libre.

  • Un taller de cerámica al aire libre

    Un taller de cerámica al aire libre

  • Exclusivos platos

    Exclusivos platos

Lo cierto es que quienes visitan la región no terminan de asombrarse cuando una de las tantas curvas que dobla el río Las Conchas los deposita en este sitio que no es más que un lugar en el mundo, pero un lugar que no pasa inadvertido para ningún automovilista.

“Cerámica El Zorrito” dice el pequeño cartel sobre la ruta, que incluso a veces no llega a leerse. Pero lo más asombroso es un grupo de llamas que deambulan por el lugar y que comen maíz de las propias manos de los visitantes.


Una escuela de cerámica

Y este hecho, además de atraer la presencia de los más chicos, hace que los turistas más grandes se acerquen sin pensarlo a un mundo fascinante: la cerámica más característica del norte argentino.

Allí es posible encontrar jarrones, vasijas, enceres, cazuelas, ollas, platos, fuentes y todo aquello que pueda idearse con barro.

Lo más llamativo es que puede apreciarse todo el proceso de producción: desde el momento en que el barro rojizo o grisáceo de la zona se mezcla en proporciones iguales con la arcilla que se consigue en los cauces de los ríos, hasta el moldeado o diseño e incluso los retoques finales de cada una de las piezas.

Los turistas pueden observarlas mientras se secan al sol para luego ser pintadas por los artesanos de la zona, en vivo y en directo. Luego, comiencen a elegir cuáles y cuantas de las piezas formarán parte de sus propios hogares.

Lo cierto es que La Yesera y su colorido entorno representan el último de los sitios majestuosos que deben visitarse en la ruta 68 antes de llegar a Cafayate.

La Yesera no es sólo un taller artesanal, es una escuela al aire libre donde todos pueden aprender cómo se realizan los recuerdos típicos del norte argentino.

Y por supuesto, donde pueden observarse el esfuerzo y la dedicación que ponen en cada una de las piezas sus propios creadores.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

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