A través de la Ruta del Vino se puede apreciar una interesante apertura del mercado vitivinícola hacia el mundo del turismo de bodegas que permite conocer la elaboración de vinos de primer nivel.
Mientras recorríamos la Ruta del Vino de los Valles Calchaquíes, hicimos un alto en la bodega El Esteco, en Cafayate.
Esta bodega muestra su señorío desde su destacada entrada. Un amplio portón y un largo camino de ingreso nos llevaron a un edificio imponente de tipo colonial. Una vez dentro, encontramos un pequeño grupo de personas que iniciaba el recorrido junto a un guía del establecimiento y fuimos invitados a ser parte del tour. Fuimos cordialmente recibidos por el guía Eduardo Cruz y comenzó el recorrido.
Honrando a sus fundadores
La bodega fue creada en 1892 como Bodegas La Rosa de Michel Torino Hnos. hasta que en 1994 los propietarios la vendieron al bodeguero Félix Lávaque, quien a su vez la vendió a un grupo suizo que la convirtió en lo que hoy es: productora de vinos de alta gama.
Se profesionalizó el manejo de las viñas y la tecnología de elaboración apuntando a un público más conocedor del buen beber. Su nombre, “El Esteco”, proviene de una leyenda salteña que hace referencia a una ciudad perdida. Al principio se exportaba casi toda la producción. Hoy, el 50 % queda en el mercado argentino.
En una de las salas, observamos viejas barricas fuera de uso con un formato distinto al actual, que es de roble francés y americano y guardan 225 litros de vino cada una. Ante una consulta, Eduardo contestó que la madera saboriza y hace que el vino permanezca intacto en sus propiedades por más tiempo.
Tierra cafayateña
Las viñas, unas 760 hectáreas plantadas con diferentes tipos de uvas, “abrazan” el establecimiento. Las plantaciones se presentan como parrales o en forma de espaldero y son las mismas todos los años. Las más leñosas son las más antiguas.
Factores climáticos como la gran cantidad de días de sol, las pocas precipitaciones, la amplitud térmica y la altitud ayudan a producir vinos de alta calidad. El riego es por goteo a través de canales y no existen pestes u hongos. Las semillas, cáscaras y palitos de la cosecha anterior se utilizan como fertilizante natural.
La cosecha la realizan en forma manual unas 200 personas durante la noche para evitar el calor y las uvas que se obtienen son de las mismas características que las cosechas anteriores para evitar cambios en el vino. Cafayate tiene el orgullo de tener el mejor vino torrontés del país y sus uvas son de coloración dorada.
Mientras nos trasladábamos de un sector a otro, Eduardo respondió preguntas acerca del cuidado de los vinos, de las diferencias entre los vinos de Cafayate y los de otro origen y el posicionamiento de Bodegas El Esteco en el mercado internacional de vinos. Disfrutamos de las interesantes respuestas.
Un proceso cuidadoso
Las uvas tintas pasarán con cáscara a los piletones de fermentación de grandes dimensiones, a las uvas blancas se les retira la cáscara y sólo el jugo pasará a la fermentación. Una temperatura baja es esencial en esta etapa.
Con la intervención de técnicos y enólogos, el vino fermentado se direcciona ahora hacia las barricas de roble y botellas para producir el vino deseado. Aquí la receta es cuidadosamente guardada. Los tiempos de guarda juegan un papel importantísimo.
El embotellado y etiquetado se realizan en forma automática. La etiqueta es importante puesto que destaca la calidad de un vino y es distinta para el mercado local y el exterior.
El momento más deseado
En un ámbito muy agradable, iniciamos la degustación con un vino torrontés de la línea Elementos. Sin apuro, aprendimos a apreciar el bouquet. También, en qué copas deben ser servidos para que no pierdan su aroma y qué comidas acompañan.
Elementos, Ciclos, Don David y Altimus son los cuatro tipos de vino que ofrece la bodega. Altimus, integrado por cuatro varietales, es el vino de autor, orgullo de la bodega. Su color es rojo oscuro con destellos violeta, aroma frutado y a vainilla, con 12 meses en barrica y luego botella. Puede guardarse hasta 14 años sin que pierda sus propiedades.
El ingeniero agrónomo Andrés Höy, a cargo de la gerencia, nos dedicó una parte importante de su tiempo para redondear todo lo vivido: “En la Bodega El Esteco se prioriza la buena atención al visitante. Tenemos personal bilingüe idóneo para ofrecer distintos tipos de tours y convenciones de acuerdo al interés y nacionalidad del visitante. Hay visitas específicas e incluyen la parte de las viñas: irrigación, vientos, poda, cosecha. Otras incluyen arquitectura colonial aplicada a establecimientos bodegueros, respetando el origen del cultivo de la vid”.
Hacia el final de la visita, Andrés nos deparaba otra sorpresa: fuimos a conocer la vieja cava que aún funciona en el edificio principal, un lugar al que sólo ingresan visitantes especiales. Pisos y techos originales, ambiente muy distinguido y una sala de viejas barricas y vasijas de vino. Fotos y cuadros que reflejan hechos históricos de la finca, sus vaivenes empresarios y políticos complementan el lugar. Aquí hay vinos de guarda que no salen al mercado comercial.
Sol, placer y relax
Un capítulo aparte merece Patios de Cafayate, el hotel boutique anexo a la bodega con las mismas características arquitectónicas, buen servicio y calidad. Sus 30 habitaciones y su exclusivo spa con terapias a base de uvas lo hacen único en el país.
Cuando salíamos, sentimos que se había cubierto con creces lo que deseábamos conocer de la bodega y que Andrés no había exagerado en cuanto a la buena atención a los visitantes.